Pontevedra, 07 Agosto de 2015
Cuando hablamos de la justicia, hay dos máximas que
debemos tener en cuenta. Una, la justicia española es una de las instituciones
que de forma regular sale valorada de
forma muy negativa por los españoles, que se quejan de su lentitud, mal
funcionamiento y lo que es mucho peor, de ser manifiestamente injusta. Y dos,
que la justicia está dominada por los
partidos políticos. Ambas, son obviedades de tal calibre, que ya nadie
debería discutir. Se pueden aceptar matices, pero negar la evidencia sería una
visión poco objetiva del asunto. Si a esto unimos que el órgano que gobierna a
los jueces, el Consejo General del Poder Judicial, que tendría que velar
escrupulosamente por el cumplimiento limpio y diligente de la justicia
española, se viene comportando de forma completamente corporativa y partidista,
nos encontramos con un panorama verdaderamente desolador.
Aunque la Constitución establece una separación de poderes,
sabemos que tal separación es solo formal, ya que constantemente vemos que en
la práctica, los tres poderes interfieren
por la acción interesada de los partidos políticos que sustentan a los
Gobiernos. Concretamente en el poder judicial, los grandes partidos (PP y
PSOE) se pelean por nombrar a sus afines con el fin de dominar la justicia. La utilizan
como moneda electoral cada vez que se acerca una cita con las urnas. Todos
prometen hacerla más rápida, más transparente y más justa, pero todo se queda
en eso, en promesas. Y ¿por qué quieren dominar la justicia? Pues por intereses
que van mucho más allá de la simple colocación de amigos en puestos importantes
de la Administración. Es decir, no hay un interés laboral, sino un interés de
control de aquellos que les pueden librar de algunos casos de corrupción
molestos. Si no fuera así no habría las disputas que hay por poner a los suyos
al frente del famoso CGPJ.
Todos los ministros del ramo, en mayor o menor medida,
han tratado de hacer una justicia a su medida, o al menos a la medida de su partido.
El actual ministro, Rafael Catalá, no es
una excepción y está destacando por la manipulación judicial y por los
favores que desde el ministerio le está haciendo al PP. Con poco ruido pero con
gran efectividad. Entre sus logros está el de poner al frente del tribunal que
juzga el caso de la Gürtel y los papeles de Bárcenas a dos magistrados afines
al partido.
Pero por si esto fuera poco, y para contentar a Rajoy,
colocó como secretaria de la sala de gobierno de la Audiencia Nacional a una
compañera de orla del presidente. Se trata de un puesto clave porque tiene acceso a información privilegiada en
relación con la corrupción de los partidos políticos. Por tanto, el interés
en el nombramiento tiene como objetivo un fin partidista claro. Por sus manos
pasará el reparto de todas las causas que se decidan en ese tribunal, y en ese
sentido, el nombramiento no es un hecho baladí, pudiendo considerarse una
autentica injerencia del Gobierno en la independencia de la justicia.
Catalá está haciendo su trabajo a la perfección porque
está trabajando para el partido. Habrá que ver que puesto le dan cuando el PP
pierda el poder tras las elecciones de diciembre. Seguro que acabará en algún puesto importante por los servicios
prestados. Que para eso fue nombrado ministro.
Publicado en PontevedraViva.com el día 07 de Agosto de 2015
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