miércoles, 5 de agosto de 2015

Círculo vicioso

Pontevedra, 31 Julio de 2015

Varios senadores del PP han mostrado su malestar por el aterrizaje en la Cámara Alta de algunos miembros destacados del partido. Concretamente, por la presencia de los que han dado en llamarse senadores por designación autonómica. Es decir, esos que son enchufados desde las comunidades para darles un retiro dorado. Suelen ser pesos pesados que han perdido unas elecciones pero carecen de la humildad suficientemente para ejercer la oposición. Esa lista la acaban de engrosar personajes tan destacados como Fabra y Rita Barberá, que recién llegados desde Valencia, ya forman parte de la lista de senadores conservadores. Ambos han sido víctimas de la acción de la democracia, pero ha sido la propia democracia la que les ha ofrecido una solución. Perdieron sus puestos por los votos de los ciudadanos, pero han ganado otro con los de sus compañeros. Mientras tengamos instituciones en las que poder aparcar a estos viejos dinosaurios políticos no hay problema.

Pero la cosa ya no es como antes, porque ahora todo se mira con lupa, el ciudadano es más sensible a este tipo de actuaciones, y sus compañeros políticos todavía más. Sobre todo porque con la aparición de nuevos partidos que les restan poder, tienen que ver muy bien donde se quedan, porque ahora estar de cinco o de seis en una lista electoral influye para estar o no estar. Vamos, que hay codazos para elegir puesto.

Estaría bien, que para próximas citas electorales, los ciudadanos tuvieran en consideración qué ha sido de los candidatos que han votado en las últimas elecciones. Que los políticos se presentan para ganar es una obviedad, pero no lo es menos que pueden perder y que tienden a desaparecer del mapa si ocurre lo segundo. Aunque  suelen encontrar cobijo donde instalarse cómodamente. Parece como si se avergonzasen de estar en la oposición. ¿Mentían cuando nos dijeron que para ellos lo más importante era representar a su ciudad o su comunidad autónoma? Posiblemente si, como en otras tantas cosas.

Desde la oposición también se puede defender unos valores y es tan digno como gobernar. Sin embargo, desaparecen como las ratas que huyen del barco que naufraga. Personajes como Rita Barberá abandonan el barco y ni siquiera son lo suficientemente educados como para entregar el bastón de mando a su sucesor. ¿Por qué se van? Porque siempre encuentran un lugar mejor en el que estar. Unos se van al Parlamento autonómico de turno, y otros al Senado, que es un cementerio de elefantes que le cuesta al Estado millones de euros anuales y cuya función es muy discutible. El ejemplo perfecto que refleja lo que para los políticos es el Senado, es el de Besteiro, que cuando se vió fuera de todos los cargos posibles, apostó todo su futuro a acomodarse en los sillones de la Cámara Alta; otra cosa es que le haya salido mal, pero su objetivo no era otro que asentarse allí hasta que pudiera acceder a los escaños del parlamento gallego. No buscaba un puesto por convicción, sino por tener un salario en un lugar tranquilo hasta que le apareciese otra cosa. ¿Es eso hacer política por vocación?

Por eso habría que aprobar una ley que prohiba ostentar más de un cargo en política, ya no digamos remunerado. Si te presentas y ganas accedes al puesto, y si pierdes te quedas en la oposición que es donde te han colocado los votos. Pero, ¿aprobarán los políticos una ley que va contra sus propios intereses? Obviamente no. Estamos en un círculo vicioso.

Publicado en PontevedraViva.com el día 31 de Julio de 2015

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