viernes, 6 de agosto de 2021

Las decepciones

 András, 06 Agosto de 2021

Uno de los mayores errores que puede cometer una persona, es regalar halagos a quien no los merece. El ser humano, que es capaz de lo mejor, que consigue cosas increíbles, retos que parecían imposibles, avances de todo tipo que mejoran la calidad de vida; también es capaz de lo peor, y suele carecer, sin embargo, cuando entra en juego el factor del corazón, de toda lógica, para hacer cosas ciertamente ridículas. Cosas como ensalzar virtudes en personas que carecen de ellas.

Por algún motivo químico que se produce en el cerebro, y que se mezcla con aspectos desconocidos que tienen su origen en el corazón, de repente empiezan a hacer cosas que no deben, cosas irracionales carentes de base científica, ni siquiera de un mínimo de meditación previa, tan importante para la toma de decisiones. Y una de las consecuencias directas es maximizarlo todo para encumbrar a las personas equivocadas.

Esto es muy común cuando se está en estado de enamoramiento. Ahí la lógica se diluye en un proceso que provoca la pérdida de la sensatez, y todo se impregna de un halo de buenismo y exceso de azúcar, con el consiguiente ensalzamiento de las virtudes ajenas (con frecuencia escasas) y un oscurecimiento de los defectos (normalmente abundantes).

Tal adoración, suele dirigirse a personas que presumen de lo que carecen, como ser buenas personas, ser amigos de sus amigos, de sencillez, humildad, de tener los pies en el suelo, o de no añorar nada que no tengan. Se muestran como desprendidos, alejados de lo material y, aunque frecuentemente, aluden a un pasado humilde, en el fondo solo se trata de una careta que utilizan para esconder la auténtica realidad. Error.

Pero la culpa no es de ellos, sino de quienes les halagan gratuitamente, ensalzan sobremanera sus escasas virtudes y sobrevaloran lo que escasamente alcanza a ser simple normalidad.

Por eso se creen mejores y van por la vida dando lecciones sin ser más que personas inseguras, llenas de miedos y sin apenas sentimientos, resultando al final ser más infelices y sin muchas posibilidades de mejora. Con frecuencia alaban al poderoso y se ceban con los de abajo. Añoran pertenecer a ese mundo donde todo es apariencia. Son gente infantil, inmadura, insegura, endeble.

Tengamos pues, cuidado con las valoraciones que hacemos de las personas. Primero hagamos lo posible para demostrar efectivamente su valor; hasta entonces, tendremos que suspender nuestro juicio más allá de nuestro amor y de nuestros deseos, dado que éstos son la fuente de los gustos más profundos, pero también de los autoengaños y las decepciones más dolorosas.

Publicado en PontevedraViva.com el día 06 de Agosto de 2021

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