lunes, 25 de enero de 2021

Que la realidad no te estropee una buena noticia

 András, 25 Enero de 2021

Dentro de unos días, si nada cambia, estará empezando la campaña electoral en Cataluña. O lo que es lo mismo, que a Salvador Illa le queda un suspiro como ministro de Sanidad, siempre y cuando, cumpla el compromiso que él mismo prometió, que fue el de abandonar el Ministerio cuando empezara la campaña.

En realidad, no tiene ninguna obligación de dejar de ser ministro para convertirse en candidato. Es perfectamente legal compatibilizar ambas funciones. Otra cosa es el aspecto ético y moral, pero eso, a los políticos les importa bien poco. Por tanto, puede seguir dando mítines mientras siga siendo ministro. Sin embargo, no parece que vaya a prestar toda la atención a la labor del Ministerio sí está todo el día dando mítines.

En estos días, en los que los indicadores de la pandemia son cada vez más preocupantes, se enfrenta el ministro a dos controversias importantes. La primera, el clamor de los gobiernos autonómicos para que permita levantar el toque de queda. Hay consenso de los presidentes cogobernantes para que se modifique esta medida, sin embargo, el ministro dice que de eso nada. ¿Qué razón hay para no permitir que los gobiernos autonómicos amplíen la reclusión nocturna? ¿Por qué no hay una sola respuesta a este respecto desde el Ministerio?

Y la segunda controversia a la que se enfrenta el ministro, son los problemas que han surgido en el proceso de vacunación, porque la farmacéutica ha reducido sus entregas debido a que la Agencia Europea del Medicamento ha admitido que de cada frasco tienen que salir seis dosis en lugar de cinco, para lo que hay que contar con una jeringuilla especial. Los gobiernos autonómicos han tenido que ponerse a comprar las jeringuillas para poder aprovechar hasta la última gota de cada frasco. Eso que el consejero andaluz llama el “culillo del frasco”.

Llegados a este punto, en vez de buscar soluciones, el Ministerio acusa a las Comunidades Autónomas de no saber dispensar las vacunas, y éstas al Gobierno de no conseguir vacunas suficientes. ¿Y mientras qué pasa? Pues que los contagios y los muertos siguen en aumento.

A todo esto, el portavoz del Gobierno para la pandemia continúa en su afán diario de sacar hierro a unos datos que son demoledores. Que si el incremento es menor que la media del último mes, que sí estamos en el inicio de la meseta de los contagios, que sí vamos a alcanzar la parte de inflexión pero en suave ascenso todavía, que si la meseta es plana o inclinada, en fin... Trilerismo político, cuando lo que hay que hacer es salir, decir el número de contagiados y de muertos, explicar cómo está de preparada cada día la sanidad pública y argumentar con medidas serias cómo se va a combatir el tema. Ese debería ser el esquema de su discurso diario.

Pero en el Ministerio se aferran a su doctrina de que estamos estabilizados, de que incluso estamos ya descendiendo, que no hace falta habilitar nuevas medidas y, sobre todo, están a que los datos no arruinen su empeño en no tocar ni una coma del decreto de estado de alarma. Como decía un ínclito periodista en los años ochenta, “que la realidad no te estropee una buena noticia”, pues eso.

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