Pontevedra, 16 Mayo de 2019
No por sabido deja de sorprender. Rivera ha confirmado que es de derechas, que está loco por tener un puesto de responsabilidad de gobierno y que es un mal estratega. Lo de mal estratega es porque se ha convertido en el primer líder de la historia que puso su partido al servicio de otro antes de unas elecciones y sin mediar pacto previo alguno o candidatura conjunta.
Rivera ha hecho un viaje muy corto en menos tiempo aún. Ha ido del teórico centro a la derecha ideológica y ha abrazado las teorías de la ultraderecha. Así, como quien no quiere la cosa, se ha tirado en brazos del PP de forma gratuita, porque no tenía ninguna necesidad de hacerlo. Además lo ha hecho a destiempo, dejando al partido en una situación de inferioridad y cerrando puertas a las que, por su bien, esperemos no tenga que volver a llamar porque lo pagaría muy caro.
Rivera está llevando al partido por el mismo camino que antes lo hizo Iglesias. Con estilos y formas diferentes, con tiempos diferentes, pero con idéntico resultado.
Por mucho que se autoproclame líder de la oposición, para serlo hay que ser el segundo en votos y, de momento, no es más que el tercero. Ha crecido sí, pero sigue siendo el tercero. El mayor problema del partido de Rivera es el propio Rivera. Con un ego fuera de lo normal y con un ansia excesiva en alcanzar el poder, Rivera en lo único que rivaliza con Casado en en ver quien es más maleducado y quien es el que profiere el indulto más duro.
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