Matar al mensajero

Pontevedra, 11 Mayo de 2015

En Portugal quieren aprobar una ley para amordazar a los medios de comunicación con los votos a favor de conservadores y socialistas. También en España el ministro Catalá, que quiere dejar su impronta en el Gobierno, quiere sancionar a los medios que publican los sumarios de los procesos con secreto de sumario. A fin de cuentas, vuelve al antiguo lema de matar al mensajero imponiendo un tipo de censura. ¿No sería mejor perseguir a los que filtran la información? Los periodistas cumplen con su misión y su responsabilidad de publicar aquello que puede ser útil, informando a los ciudadanos. El derecho a la información es un derecho de los ciudadanos que delegan en los medios de comunicación. Pero se ve que el Gobierno quiere acabar como sea con la losa que pesa sobre las cabezas de los políticos (especialmente sobre los del PP) referente a los casos de corrupción que les acechan. En lugar de mirar hacia dentro del partido y tomar las medidas necesarias para cortar de raíz el problema, lo que hacen es tratar de maquillar la realidad con medidas como esta que viene a ser un complemento de la ya aprobada de cambiar la denominación de imputados por investigados. Se ve claramente que todo es una operación de marketing para suavizar la imagen que de los políticos tienen los ciudadanos. Y por si fuera poco, también quieren amordazar a los ciudadanos (Ley mordaza) tratando de evitar las manifestaciones. Se equivocan. Aunque lo que si se ve es la intención del Gobierno, que para acabar con los problemas en lugar de atacarlos de frente, lo que hace es echar una cortina de humo para esconder la porquería. Para acabar con los imputados del partido, les cambio el nombre y para que no se hable de ellos, mato al mensajero prohibiendo que se informe a los ciudadanos sobre los graves casos de corrupción en los que andamos metidos. Genial. De momento se ha quedado todo en la nevera por las elecciones municipales y autonómicas, pero no van a desistir de su idea de amordazar a la ciudadanía.