viernes, 14 de junio de 2019

Visto para sentencia

Pontevedra, 14 Junio de 2019

La cárcel es dura, muy dura, durísima. Tiene que ser una experiencia de difícil trago y de peor superación. Más aun para quienes jamás pensaron que alguna vez podrían verse en tal situación. La cárcel provoca sufrimiento, sensación de abandono, soledad, nostalgias. 

Por eso no es difícil de entender la emoción que se desprende de las palabras de algunos procesados que llevan casi dos años en prisióny que tienen cerca la posibilidad de pasar allí bastantes años más. Por ejemplo Jordi Sánchez, uno de los doce acusados del process,que se manifestó de forma emocionante y casi implorando perdón al tribunal que tiene que juzgarle. Escuchándole no es difícil sentir cercanía con él e incluso compasión en el sentido de solidaridad por el dolor con el que confiesa su situación, en la cual, dicho sea de paso, se metió por voluntad propia. 

Pero no fue el único que evocó la soledad de estar separado de su familia y el dolor que ellos sufren por su atípica situación. Solidarizarse con alguien que está en esa situación no es más que un reflejo de una humanidad que no hay que negar a nadie, ni siquiera al presunto delincuente.

Ahora bien, el dolor personal, por mucha adhesión que despierte, ni detiene ni amortigua la acción de la ley y de la justicia. ¿O acaso el sufrimiento no lo provoca también una deuda con la hacienda pública, por ejemplo, sin que ello detenga la maquinaria administrativa? Evidentemente no, es una regla esencial del juego democrático, las leyes están para cumplirlas y su desconocimiento no exime a nadie de su cumplimiento. Quien no lo hace, a sabiendas o por desconocimiento, ha de prepararse para asumir las consecuencias legales que de ello pudieran devengarse.

Sin duda, los abogados de los acusados del process son muy conocedores y conscientes de esa realidad y ellos mismos han reiterado en sus alegatos finales que no cometieron delito, que la fiscalía exagera y, desde luego, han seguido con la ya conocida matraca de que, se ven donde se ven, por sus ideas políticas. 


Ahora que el juicio está visto para sentencia, lo que queda es lo más difícil, y consiste en catalogar los hechos que se juzgan de acuerdo con los tipos preestablecidos en el código penal. A muchos se les llena la boca pidiendo una sentencia dura y ejemplar, pero deberán conformarse con una sentencia justaen la que la condena, en caso de que se produzca, sea lo más justa y proporcional posible. La justicia no está para atender a revanchas ni venganzas. Está para condenar o absolver a quienes, en un momento dado de su vida, han podido cometer errores que están penados o tipificados en alguna ley.

Publicado en PontevedraViva.com el día 14 de Junio de 2019



No hay comentarios:

Publicar un comentario