Tapedello, 23 Junio de 2019
Poco tiempo tardó en mostrar su verdadera cara
Poco tiempo tardó Ada Colau en mostrar su cara independentista. Al día siguiente de hacerse de nuevo con el bastón de mando, ya había colocado el lazo amarillo en el balcón del ayuntamiento. ¿Qué necesidad tiene? ¿Lo hace por miedo? ¿Lo hace por enturbiar? ¿Lo hace por satisfacer a los secesionistas y que no le griten por la calle? En realidad, lo hace porque es independentista pero no tiene los arrestos suficientes para dar la cara y presentarse tal como es. Es una hipócrita que dice una cosa y piensa la contraria. Una cobarde que se ata al poder con una actitud camaleónica y de supervivencia personal.
La resaca de los pactos
Tenemos pactos para aburrir. Pactos de todo tipo, lógicos, ilógicos, beneficiosos para la sociedad y, sobre todo, para los partidos políticos y sus representantes. En teoría, deberíamos bendecir todos los pactos, con cualquier partido político porque se supone que eso es precisamente hacer política. Negociar, pactar, acordar, con quien no piensa igual que tú en beneficio de la sociedad. Los acuerdos entre partidos de diferentes ideologías, diferentes sensibilidades, diferentes formas de ver el futuro de la sociedad, debería ser algo lógico, común, cotidiano, algo que estuviera a la orden del día porque, lo contrario, el pensamiento único, es nocivo. Pero como sabemos que esa no es la filosofía ni la intención, nos sorprenden según que pactos se produzcan.
Un par de ejemplos de esos “sorprendentes”. Uno en Galicia, donde chirría que el PP de Catoira apoye al BNG y lo justifique diciendo que lo hace por el pueblo. No escreíble. ¿Alguien se imagina a Feijoo votando para que Ana Pontón sea presidenta? Vale todo por ese sillón, ese bastón de mando, es la atracción fatal del poder.
Otro ejemplo en Álava, allí tenemos a un socialista que le da la alcaldía de Samaniego a Bildu. Dice el partido que tomará medidas. ¿Medidas? Bildu apoyó a Sánchez en la moción de censura que mandó a Rajoy rumbo al registro de la propiedad. Y lo volverá a hacer si es necesario. Consejo a los nuevos alcaldes: el primero que te felicita es el del puñal, el que más quería tu puesto, el que más te odia. No falla.
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