Pontevedra, 16 Abril de 2019
Bajadas de impuestos, más medios para el rural, mejorar la vida de los autónomos, subida de las pensiones, mejoras en educación, en sanidad, aumento de las contrataciones y mucho más... Se ha abierto la tómbola de las elecciones y cualquier cosa que se le ocurra a un candidato la puede prometer.
Porque estamos en tiempo de promesas, de decir que si a todo, de tirar la casa por la ventana anunciando medidas por más inverosímiles, contradictorias e incluso imposibles que parezcan. ¡Coja usted un boleto y pruebe su suerte!
¿Quién se va a acordar el día 29? ¿Quién va a reclamar si su boleto no sale premiado o si el premio obtenido no coincide con el anunciado? ¡Nadie! Ni el candidato ni el votante. Los primeros saben que prometen lo que no van a cumplir. Y los segundos saben que no van a recibir lo que les prometen. Y no hay problema. Precisamente por eso, porque ambos saben que ninguno cumplirá con su parte. Se trata de un engaño mutuo consentido por ambas partes.
Son como los matrimonios agotados, que se mantienen unidos solo por la costumbre. Que se engañan uno a otro pero que saben que el mayor engaño es el que se hacen a sí mismos. Pues así es la política, sobre todo en tiempo de elecciones.
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