Asegurar el cambio

Pontevedra, 28 Abril de 2019

De todo el discurso tremendista de la derecha española, hay una cosa en la que tienen razón. España está en un momento de emergencia nacional. Sin embargo, acertando en el diagnóstico, yerran en las causas y, por supuesto, en la solución. Porque, al contrario de lo que piensan, que el problema es la intención de los socialistas de trocear el país, el verdadero problema que nos invade es la posibilidad de que lleguen ellos al poder. 

El PP ya es conocido, tienen cosas buenas y cosas malas. No se puede negar la evidencia de que una parte del desarrollo que hemos alcanzado es responsabilidad suya. Pero lo preocupante ahora, es la mala influencia que Vox ejerce sobre ellos, que ha provocado una radicalización enorme de toda la derecha. Hacía tiempo que a un líder del PP no se le escuchaban cosas como las que dice Pablo Casado. Igual que Ciudadanos, que aparecieron en el panorama político como un partido de centro, pero que nunca han estado centrados. 

Por eso se hace necesaria una reedición del año 82, cuando el PSOE ganó por mayoría absoluta. Es verdad que son otros tiempos, y las mayorías absolutas resultan casi imposibles. Pero de lo que hay en el tablero político, es lo menos malo. Se necesita una nueva mayoría que otorgue al PSOE la posibilidad de gobernar y, de paso, librarnos de la derecha tan radicalizada que se nos viene encima. 

Si en el 82 el eslogan fue el “Por el Cambio”, el de ahora debería ser “Asegurar el cambio”. Porque en aquel momento se otorgaron a los españoles muchos derechos de los que carecían, y ahora necesitamos asegurar que el cambio del 82 no se va por el desagüe a las primeras de “cambio”.

Hoy es el día para ello, para ir a votar y hacerlo con responsabilidad.  Una conocida, muy centrada, me dijo esta mañana que en democracia se pueden perder unas selecciones, pero lo malo sería perder la democracia en unas elecciones. Quiero pensar que a estas alturas no estamos en riesgo de perder la democracia, pero no deberíamos jugar con tal posibilidad. Los votos, igual que las armas, también los carga el diablo