Pontevedra, 21 Abril de 2019
He dejado de ver la televisión. Las cadenas generalistas se han convertido en elementos de propaganda de sí mismas. Contenidos carentes de interés, masajes a los propios y poco espacio para la cultura. Todo es espuma, humo, van a lo fácil, a aquello que el espectador consume sin apenas esfuerzo. En poco tiempo se convertirán en empresas dedicadas exclusivamente a la publicidad y quien quiera ver algo realmente interesante, tendrá que pagar.
En la televisión pública eliminaron la publicidad pero no la dotaron de contenido. No interesa. Ni siquiera son capaces de poner al frente a alguien independiente que piense en hacer televisión de calidad.
Y en las privadas sólo hay basura que consume el cerebro de quienes han dejado de pensar. De aquellos que se dejan vencer por la telebasura, que no necesita de ningún esfuerzo intelectual, ni siquiera hay que cuestionarse si lo que sale por la pantalla es cierto. Las televisiones son el alzheimer de los medios porque le comen el cerebro de la gente, y lo hacen de forma lenta pero continua.
Programas lamentables, con personajes de pacotilla creados por ellos mismos que se prestan a ser despellejados en vivo, sin el más mínimo sentido de la decencia o del ridículo, que venden su intimidad solo por dinero.
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