viernes, 29 de enero de 2021

Pablo Iglesias, caduco y trasnochado

 András, 29 Enero de 2021

El vicepresidente del Gobierno de España ha comparado, para igualarlos, a los exiliados del franquismo con un prófugo de la justicia. Pero no se conformó con decirlo, se ratificó en ello. Y no solo eso, sino que desde Podemos, para defender lo indefendible, acudieron a la RAE para justificar la enésima pasada de frenada de su líder.

Tanto trabajo para aprobar una ley de memoria histórica, para tratar de dignificar a los exiliados de la dictadura, para ponerlos al mismo nivel de reconocimiento que los vencedores, para que venga Pablo Iglesias y los acabe metiendo en el mismo saco que un político que escapa de la justicia por tratar de reventar el régimen constitucional.

Pablo Iglesias continúa en su absoluta decadencia, quedándose como un político con cierto sabor amargo, con un discurso en declive y con pocas posibilidades de ser creíble. Iglesias ha ofendido a los represaliados republicanos del franquismo y, por extensión, a sus potenciales electores, por lo que debería, como mínimo, pedir perdón.

Lo verdaderamente grave, es que habla como vicepresidente del Gobierno. Y comparar la situación del estado de derecho en España en pleno siglo XXI con el régimen que se estableció inmediatamente terminada la guerra civil y que provocó la huida masiva de miles de republicanos, es rastrero, y solo puede obedecer a un intento de dañar la democracia y el sistema constitucional.

En su afán por blanquear al cabecilla de la sedición catalana, acabó banalizando la represión franquista. Además, es un debate que solo existe en la cabeza de los independentistas y del propio Iglesias. Porque Puigdemont no salió del país por defender ideas políticas. Prueba de ello es que otros que piensan como él están aquí, en el Parlamento de España y presidiendo la mismísima Generalitat de Cataluña. Puigdemont se fugó para no hacer frente a las consecuencias penales de sus actos, porque lideró un levantamiento contra la voluntad y fracasó. Por eso se fugó, para no tener que ir al juzgado cuando la Fiscalía presentó su querella.

En definitiva, tenemos un vicepresidente del Gobierno que, aún admitiendo que Puigdemont pudo delinquir, lo exalta como víctima de una represión que no existe y lo compra con aquellos miles de españoles que tuvieron que exiliarse cuando aquí alcanzó el poder absoluto el cabecilla de una rebelión que delinquió contra la Constitución, y que atentó contra la voluntad popular encarnada en el Parlamento que había salido de las urnas. Hay comparaciones que son un insulto a la memoria histórica.

Publicado en PontevedraViva.com el día 29 de enero de 2021




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