András, 27 Enero de 2021
Sabemos que el coronavirus produce muerte y que deja secuelas graves a quiénes lo superan. Lo que no sabíamos es que, incluso antes de contagiarse, se pueden tener graves consecuencias, sobre todo en el cerebro. Es lo que le ha pasado a los miembros del gobierno catalán, que han dicho que se considera actividad esencial acudir a los mítines políticos. ¿Es una broma? No, no lo es.
A pesar de estar en vigor el confinamiento perimetral, con lo que significa tener limitada la movilidad para entrar o salir de un municipio, sin embargo, se permitirá saltarse el confinamiento perimetral al ciudadano que vaya a un acto de un partido político. Se ve que ir a un mitin es un derecho fundamental, igual que moverse.
La diferencia es que para limitar la libertad de movimientos hace falta el estado de alarma, pero para ir a un mitin político, es suficiente con que el gobierno autonómico de turno lo permita. Es lo que pretenden hacer para asegurarse adeptos en las charlas con las que nos van a anestesiar durante la campaña. Es decir no se podrá ir a visitar a un familiar al pueblo de al lado, pero sí que se podrá, por ejemplo, acudir a escuchar a Laura Borràs explicando las obras y milagros del profeta Puigdemont. Bueno, así empezó el cristianismo, y miren dónde ha llegado.
Sinceramente, la jeta que le echa el gobierno catalán, para sostener que no deberían celebrarse las elecciones autonómicas por el riesgo de la epidemia, y defender a la vez que sí deben celebrarse los mítines con público presencial, a pesar del confinamiento perimetral, es digno de admiración. Pero no de admiración por las luces que demuestran, sino por creerse ellos mismos todas estas tropelías mentales.
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