András, 17 Diciembre de 2020
Se prepara una nueva desescalada pensando en la Navidad y, nuevamente, vamos a cometer el mismo error. Primero fue pensando en las vacaciones de verano, y ahora en las navideñas.
La desescalada o, en castellano entendible, la relajación de las medidas para evitar los contagios de coronavirus, debe hacerse cuando los resultados sean buenos, cuando se haya reducido al mínimo el riesgo de contagio comunitario, y cuando se empiece a vacunar a la gente de forma masiva. Todo lo demás son parches, pasos atrás, porque sigue habiendo contagios, muertes, municipios confinados... sin embargo, ya están pensando en abrir el grifo para celebrar la Navidad.
Dicen que lo hacen pensando en la economía pero, ¿alguien ha valorado el coste de abrir y cerrar constantemente? Vamos haciendo la goma para contraer y expandir las restricciones, en vez de mantener una línea, más o menos dura, pero continua. Eso daría más resultado que estar todo el tiempo yendo hacia delante y atrás.
Si la cosa no fuera tan seria, estaríamos caricaturizando expresiones como “parece que nos vamos haciendo a la idea de que estas serán unas navidades diferentes”. ¿Pero es que alguien pensaba que serían como las de siempre? ¿Quién es el ingenuo que pensaba que, con la que tenemos encima, en navidad todo iba a ser diferente? Exceptuando al gobierno, obviamente...
Nos tratan como a niños pequeños, ingenuos, que se creen todo lo que les cuentan. “Si os portáis mal, les diré a los presidentes autonómicos que os endurezcan las medidas”, parece decir el presidente del Gobierno. Desde la primavera sabemos que las navidades serían diferentes, no solo las navidades, sino la vida. Y algún día acabaremos llegando de nuevo a la normalidad, pero tardaremos años. Que nos lo digan claro, ¿qué problema hay? ¿Por qué tratan de confundirnos?
Sinceramente, peor que la incompetencia de algunos dirigentes, es pensar que nos tratan a todos como ingenuos, y no todos lo son.
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