András, 23 Julio de 2019
El primer asalto del debate de investidura fue un auténtico tostón. El discurso del candidato más aún y, lo peor, sin mencionar una sola palabra del problema político más grave al que se enfrenta el Estado en los últimos cincuenta años, Cataluña.
Más que solicitar la confianza de la Cámara, Sánchez la exigió y a éste que envite hay que llegar con los deberes hechos, porque por tiempo no ha sido. Lo más destacable fue la intervención de la ultraderecha, que por desgracia ha vuelto a las instituciones, y la respuesta del candidato a su portavoz. Se la dejó botando y no desaprovechó la ocasión de recordar a los líderes de la derecha cuál es el mensaje de su socio preferente.
La cosa parecía que iba de eso, de socios preferentes. Porque si el de la derecha es un auténtico peligro, el socio preferente el del PSOE no le va a la zaga. Si esto es un socio preferente, con el que se supone debe pactar la formación de un gobierno y un proyecto político que asegure la gobernabilidad, que venga Dios y lo vea. No hay más que ver el resultado de la votación. El jueves otro intento y sino, a elecciones en noviembre. Será por dinero…
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