András, 10 Julio de 2019
Hace bien el PSOE en querer un gobierno monocolor. Hace bien en insistir que el gobierno ha de estar formado únicamente por socialistas. Y hace bien Podemos en exigir su presencia mediante participación activa en el gobierno porque para eso tiene la clave y la llave de la gobernabilidad.
Podemos ha caído en votos, tiene menos apoyos que antes traducidos en número de diputados, pero sigue siendo el principal apoyo del PSOE si quiere gobernar. Eso no admite discusión. Aún así, no es suficiente para asegurar la investidura.
El problema no es buscar un gobierno, el problema son los intereses partidistas, los cálculos de cómo puede ello afectar en el futuro de ambas formaciones y, sobre todo, los egos y los intereses particulares de ambos líderes. Todo esto está, mal que no pese, por delante de los intereses de la nación.
Si hablamos de egos, el de Pablo es el que más pesa, porque se juega mucho más que participar en el gobierno, se juega mucho más que ser ministro, se juega su futuro político al frente de Podemos. Si finalmente no consigue su objetivo, quedaría muy tocado y podría ser la puntilla a su liderazgo al frente de los morados.
Se le han ido del partido los fundadores y colaboradores directos por diferentes motivos, casi todos directamente relacionados con la propia forma de dirigir del líder. Y ahora, además tiene el problema de que Sánchez no se fía de él porque le parece tóxico. No quiere que su ego contagie el consejo de ministros como lo ha hecho con Podemos. Se la juega Pedro y se la juega Pablo, pero, sobre todo, nos la jugamos todos.
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