martes, 20 de enero de 2015

INSOMNIO


Pontevedra, 20 de Enero de 2015

Aquella noche Víctor no podía dormir. Tenía insomnio y se levantó de madrugada. Su mujer y los niños dormían cuando, para tratar de vencer la somnolencia, comenzó a ver las fotos de las pasadas vacaciones en Mallorca. Tras un primer y rápido vistazo, hizo un segundo pase más detallado y se quedó muy preocupado al ver la expresión de su cara en aquellas fotos. Tensión, ansiedad y enfado. Llevaba muchos años trabajando de forma intensa bajo mucha presión, y veía que todo lo material conseguido, lo estaba perdiendo en estabilidad emocional. Se le estaba modificando el carácter. Su cara era un reflejo de tristeza, incluso de poca salud. Podía ver en las caras de sus propios hijos como demandaban un poco de comprensión, de afecto físico por su parte. Pudo atisbar la cara de circunstancias de su mujer, como entendiendo la situación pero mostrando a la vez una cierta preocupación.

Lo cierto es que aquella revisión de las fotos familiares le habían hecho reflexionar. A pesar de las sonrisas mostradas, todo parecía un poco impuesto. Todos actuaban para no romper la armonía que se supone debe haber en un viaje de vacaciones familiar. Se habían convertido en un reflejo de la compañía en la que trabajaba. Se organizaban actividades, vacaciones en este caso, pero nadie actuaba de forma sincera. Cada uno, por sus propias razones, disimulaba sus verdaderos sentimientos. Se quedó muy preocupado, porque sabia que él era el principal actor de aquella comedia y decidió compartir sus pensamientos con su mujer e hijos y hacerlo a través de una carta sincera en la que se abriría y expresaría todos sus sentimientos. Tomó papel y bolígrafo y escribió:

“Buenos días familia. Quiero deciros que sois lo más importante que tengo en la vida. Seguramente los cuatro somos lo más importante que hay para cada uno de nosotros. Para mi, nada es más gratificante que un abrazo o un beso vuestro. Las palabras de ánimo de mamá, que siempre está cuando la necesito; las caricias tímidas de Julia, mi niña que se está haciendo mayor; o los comentarios inocentes de Jacobo, el pequeño, que nunca sabe cual será mi reacción a sus esporádicas e ingenuas travesuras infantiles. Nada puede superar un buen rato con vosotros. Reconozco que durante muchos años no he sido consciente de ello. He estado obnubilado por el trabajo y soy el único responsable de la situación a la que he llegado. Afortunadamente creo estar a tiempo de recuperar el tiempo perdido y mostrar más y mejor dedicación a vosotros. Quisiera ser más cariñoso, tanto como os merecéis. Por eso quiero pediros perdón por todo lo que haya hecho mal o por todo lo que no haya hecho. Espero que podamos disfrutar mucho tiempo juntos en el futuro. Seguro que podremos realizar nuevos viajes en los que compartir muchas experiencias que recordar cuando nos hagamos mayores. Os quiero.”

Víctor firmó la hoja en la que se había sincerado con su familia y la dejó en la mesa de la cocina para que todos pudiesen verla por la mañana cuando, como cada domingo, fuesen a desayunar juntos. Luego, volvió a meterse en cama. Con una pequeña caricia, su mujer le preguntó si le pasaba algo. Él respondió negativamente y le dijo:

-“Es muy temprano todavía. Duérmete”. Se dio la vuelta y se durmió.

Por la mañana fue el último en levantarse y cuando lo hizo su mujer ya había ido a por el periódico y exprimía unas naranjas. Víctor entró sigilosamente en la cocina, un poco temeroso por la respuesta que podía encontrarse a la carta que la noche anterior había dejado allí. Los niños jugueteaban con unas tostadas. Miró encima de la mesa y ya no estaba. La carta no estaba donde la había dejado. Pensó entonces que posiblemente alguien la había visto y la había cogido. Sin embargo, nadie decía nada. Tras unos instantes preguntó:

-¿Habéis visto unos papeles que dejé sobre la mesa?  

Su mujer le respondió:

-“¿Papeles? Yo fui la primera en entrar y no he visto nada. Creo que tienes un poco de fiebre. Anoche no podías dormir y tiritabas de frío. Tuve que levantarme dos veces para traerte agua. Creo que deberías ir al médico”.


Entonces Víctor cogió una taza de café y se sentó. Mientras veía como toda su familia parecía totalmente ajena a la carta que les había escrito la pasada madrugada pensó: ¿Habrá sido todo un sueño?

3 comentarios:

  1. A veces es necesario recapacitar sobre los verdaderos valores por los que nos tenemos que guiar. Afortunadamente para víctor no fue tarde para recuperar lo que realmente importa.
    Mi enhorabuena para todos los víctor que un día se despiertan y se dan cuenta. De que la vida es muy corta y pasa muy rápido como para desperdiciarla

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    1. Gran verdad; me atrevería a decir que nunca es tarde si uno está dispuesto a mejorar y pone su energía en ello.

      Me ha gustado la narración. Definitivamente, escribir es lo mejor que uno puede hacer cuando duda, para ordenar los pensamientos y poder actuar de forma coherente.

      Un abrazo,
      Daniel.

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  2. Parabéns polo relato. Sempre é agradable ler escritos que axudan a reflexionar sobre o que é máis importante na vida.
    Un saúdo,
    Loli

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