Pontevedra, 03 Marzo de 2015
Escuchando al diputado
Pablo Casado, defendiendo la gestión del gobierno de Rajoy llego a la
conclusión de que, definitivamente, no vivimos en el mismo país. Es como una
ametralladora disparando el argumentario partidista del PP: “la lista de espera se redujo un 50%, el número
de parados ha descendido, se han creado más de cuatrocientos mil puestos de
trabajo, la educación es la mejor de Europa, el número de becas se incrementó
un 48%, España es el país de Europa que más destina a la dependencia, hemos
invertido más que Estados Unidos en políticas sociales, en definitiva, somos un
modelo para Europa y para el mundo en general......”
¿De verdad se cree lo
que dice? Por favor, despierte y deje usted de mentir. Hágalo al menos por
respeto a los que han perdido su trabajo, a los que les han rebajado la
indemnización por despido, a los que les han reducido la prestación por
desempleo, a los que ya no pueden estudiar porque han perdido su beca, a los
que tienen que pagar las medicinas, a los que se han tenido que ir del país, a
los desahuciados…. Si, vivimos en un país diferente, porque usted vive en el
país que ve desde la poltrona de su escaño de diputado y desde esa atalaya de
privilegiados las cosas se ven de otra manera. Se ven con mucha tranquilidad.
Desde ahí se pierde la perspectiva de la realidad. Está bien que tenga que
defender a quien le ha puesto donde está, pero al menos no se ría de los
ciudadanos por favor. Usted y su partido han perdido el sentido del ridículo y
se han crecido con la crisis. De tanto repetir las mentiras se las están
creyendo.
Pero la cosa no quedó ahí y sobre el tema del jueguecito de la señora
Villalobos en el debate del estado de la nación, dijo que “a una persona que ha sido ministra y es vicepresidenta del Congreso no
se le puede juzgar por una cosa así”. Vuelve usted a equivocarse señor
Casado. Precisamente a una señora que lo ha sido todo en la política nacional y
ha tenido (y sigue teniendo) cargos de tan alta responsabilidad, hay que
exigirle mucho más. Pero la culpa no es de Celia Villalobos por jugar con la Tablet,
ni suya por excusarla. La culpa es de los que los han puesto a los dos ahí. Es
decir, de los ciudadanos.
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