Pontevedra, 05 Marzo de 2015
El debate sobre el estado de la nación ya no tiene
el interés de los primeros años de la democracia. Ha perdido brillo dialéctico y
altura política para convertirse en un aburrido mitin partidista en el que cada
uno va a lo suyo, sin escuchar lo que dicen los demás y, lo que es peor,
alejados de la realidad. Rajoy ha hecho un discurso basado en una realidad que
solo existe en su cabeza. Una exposición que nada tiene que ver con la
verdadera situación que viven los ciudadanos, y que solo sirve para contentar a
sus simpatizantes más adeptos. ¿Para qué sirve el debate sobre el estado de la
nación? No interesa a los ciudadanos, y los políticos no hacen nada para que
nos interese. Ellos están en lo suyo, hablando para sus incondicionales, para
los del partido. No hay ideas, ni propuestas, ni acuerdos. ¿Se solucionan los
problemas del país? ¿Se acuerdan medidas para salir de la crisis? ¿Se analiza
con seriedad y profundidad el avance de la legislatura? Las pocas medidas que
se presentan estaban ya incluidas en el programa electoral de hace casi cuatro
años. ¿Y por qué se anuncian ahora? Por la cercanía de las elecciones. Estamos ya
en campaña electoral, y este debate ha servido para que IU y PSOE presentaran nuevos
candidatos y para que el presidente adelante su programa electoral. El poco
interés del debate lo muestran los propios diputados, ausentándose cuando
hablan los de otros grupos. Es vergonzoso ver como la Cámara se queda vacía cuando
hablan los representantes de los grupos minoritarios. ¿Es que lo que puedan
decir no merece el mismo respeto que lo que digan PP y PSOE? ¿No representan a
los ciudadanos? Así nos luce el pelo.
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