Pontevedra, 08 Junio de 2015
La corrupción habría que
subvencionarla. Bueno, subvencionada ya está, habría que legalizarla y asumir
que una parte de los presupuestos generales del estado van a pérdida . Es lo que podríamos llamar diferencia de inventario del erario
público. El penúltimo caso es el de Rita Barberá, alcaldesa y candidata derrotada
de Valencia, que dilapidó en gastos de representación 278 mil euros en un año. A
pesar de que ella lo niega (lógico) esta vez los votantes valencianos no se lo
han perdonado, y le han infringido una derrota formidable en las elecciones
municipales. Lo que no se imaginaba ella es que iba a ser el propio Rajoy quien
le diera la puntilla política, cuando en un mitin gritó “Rita eres la mejor, eres la alcaldesa que merece Valencia”. Halagos
similares dedicó a Camps o Bárcenas y miren donde están. Sus palabras fueron el
último empujón a la derrota de la alcaldesa. Pero Rita asumió la derrota con
gallardía y así se lo hizo saber a Serafín Castellano, Delegado del Gobierno
posteriormente imputado, cuando le dijo: ¡Qué
hostia, qué hostia! ¿Se refería a su derrota o a lo que le esperaba al Delegado del
Gobierno?
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