Pontevedra, 13 Junio de 2015
El tenis pasa por ser un deporte elitista, pero no
lo es. Son las administraciones las que hacen que lo parezca. Solo hay que
comparar el número de campos de fútbol públicos y las pistas de tenis que hay
en las ciudades. En la que yo vivo, hay más de ocho campos de fútbol y ni una
sola pista de tenis pública en la que poder practicar el deporte. Si uno quiere
hacerlo, debe acudir a clubes privados, previo paso por caja. Por tanto, ¿quién
es el responsable de hacer del tenis un deporte elitista? Como argumento, los
políticos suelen decir que el fútbol es un deporte de masas y que con un solo
campo se aseguran que muchos ciudadanos puedan practicar deporte, mientras que
en una pista de tenis solo pueden hacerlo, como mucho, cuatro a la vez. Es
cierto lo de que el fútbol es un deporte de masas, pero no lo es menos que
desde las instituciones se encargan de utilizarlo como el opio del pueblo para
que no se hable de otros temas más importantes para la ciudadanía. Recuerden que
un ministro llegó a calificarlo de “interés general” para el país. ¿Interés
general no era la educación o la sanidad?.
El fútbol (sobrevalorado) inunda todos los órdenes
de la vida; las televisiones, los periódicos, las tertulias... Los padres
llevan a sus hijos a las escuelas deportivas de fútbol soñando con tener un crack
en la familia. Se vuelven locos pensando que sus hijos son los mejores y no les
importa insultar a otros niños con tal de que juegue el suyo. El fútbol es un
deporte de masas, cierto, pero de masas desbocadas. Si pusiéramos en relación
el número de seguidores el fútbol con los valores que debe reflejar el deporte,
veríamos que cuanto más sube el número de seguidores, más baja la de los
valores deportivos. Y ahí el tenis se diferencia claramente, ya que su gráfica
es totalmente inversa; a menor número de seguidores mayor es el de los valores
deportivos.
El pasado domingo pudimos disfrutar en la final de
Roland Garros, y además de disfrutar de un espectáculo deportivo incomparable,
pudimos ver como se ponían de manifiesto los valores deportivos, como el
respeto al contrario y el saber ganar y saber perder. Ambos rivales salieron a
ganar, pero ninguno se valió para ello de otras armas que no fueran sus propias
aptitudes. En el tenis no vale el engaño al contrario, ni el engaño al árbitro.
Ni siquiera lo intentan. Pudimos ver como uno de los contendientes contradijo
al árbitro para favorecer a su contrincante, corrigiendo un error del que tiene
el deber de administrar la justicia. ¿Han visto esto en algún otro deporte?
Desde luego en el fútbol no. Allí, los deportistas tratan de engañar a los
jueces, y lo peor no es eso, sino que las masas lo aplauden y se lo muestran a
sus hijos como modelo a seguir. En el fútbol, valores y principios como la excelencia,
amistad, respeto a las reglas del juego, respeto a los rivales, brillan por su
ausencia. En el tenis no.
Por tanto, siendo esto así, ¿por qué los políticos
no fomentan la práctica de otros deportes como el tenis favoreciendo únicamente
al fútbol? Porque es un deporte que enloquece a las personas, en el que pueden
gritar, insultar, hacer trampas e incluso manifestaciones si su equipo es
descendido por las deudas pidiendo a la administración la condonación de las
mismas. Y mientras eso sea así, a los políticos les irá bien. Por eso, cuanta
menos información y menos formación, mejor para ellos.
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