Pontevedra, 29 Abril de 2015
Los políticos suelen decir lo primero que les viene
por la cabeza, entrando en numerosas ocasiones en graves contradicciones que
poco le importan. Si analizamos las declaraciones de cualquier político de
algún tiempo atrás y la comparamos con lo último que hayan dicho, parecería que
son personas diferentes o que su evolución personal ha sido formidable. Uno
puede evolucionar y cambiar de posición en temas trascendentales, no hay nada
de malo en ello, siempre que se asuma y se reconozca el cambio. Hasta ahí no
hay mayor problema. El problema surge cuando el cambio de postura se debe a
intereses personales o, como en el caso de los políticos, partidistas. En
función de lo que le interese al partido digo hoy una cosa y mañana la
contraria con toda la tranquilidad, sin ruborizarme lo más mínimo. Para llevar
a cabo tal tarea, es evidente que hay que tener bastante caradura o poca
formación, ambas cualidades muy bien valoradas en política.
En este sentido, la hemeroteca se convierte en el
peor enemigo de los políticos aunque a estos les importe más bien poco que se
le puedan demostrar las contradicciones en las que puedan incurrir. Si uno
tiene un poco de curiosidad y paciencia, puede comprobar las veces que los
políticos cambian de criterio. Digamos que, donde dije “digo” digo “Diego” y
sin mayor problema. Con tranquilidad y caradura.
Este es un pequeño fragmento del discurso de Aznar
en el Congreso de los Diputados, en el debate sobre el estado de la nación del
año 1994, cuando el país estaba desbordado por los casos de corrupción de los
socialistas, como Filesa, el caso de Luis Roldán o el de Mariano Rubio
(gobernador el Banco de España).
Dijo Aznar: “…¿que
está ocurriendo en este país donde cada mañana nos levantamos con el temor a
enterarnos de un nuevo escándalo señor González?, no es un caso ni dos, sino
muchos, son demasiados, son graves, porque dañan instituciones básicas del
sistema, porque su descrédito empaña la imagen de otras instituciones, porque
disuelve la confianza de los ciudadanos y porque lesionan gravemente la imagen
de España. Y en todos ellos aparecen personas vinculadas a usted, que han sido
nombradas por usted y que gozan de la confianza de usted (…) desde el gobierno
bombardean a los españoles con la idea de que las actividades del señor Rubio
son de su exclusiva responsabilidad porque fueron realizadas al margen de su
actuación como gobernador del banco de España. ¿Está insinuando que le da igual
lo que hagan nuestros colaboradores siempre que limiten sus actividades
irregulares a los ratos libres? ¿Sería mucho pedir que se esfuerce usted por
buscar excusas que no insulten a la inteligencia de los españoles?”.
Yo supongo que el señor Aznar se tiene que sentir
ruborizado cuando escucha de nuevo estas declaraciones suyas en sede
parlamentaria. Quiero pensar que, además de político, es persona, con
sentimientos y cerebro suficiente para saber diferenciar un mensaje partidista
de la realidad. Este discurso podría perfectamente pronunciarlo hoy en día Pedro
Sánchez a Rajoy en cualquier debate del Congreso. Por no mencionar al propio
Aznar, que podría aplicarse el discurso a si mismo, ya que la mayoría de los
miembros de su último gobierno están imputados, aparecen en los papeles de
Bárcenas por presunto cobro de sobresueldos, o han sido condenados por algún delito
de corrupción.
Ahora el PP busca que no le afecte el tema de Rato
con argumentos similares a los que en su día Aznar recriminó a González,
diciendo que se trata de “un tema particular”. Una de dos, o no hay memoria, o
hay mucha cara. Yo me apunto a la segunda opción.
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Aznar dirigiéndose a González en el debate del estado de la nación de 1994 |