András, 09 Mayo de 2021
Habló Madrid, y lo hizo con la voz bien alta, con una participación histórica en unas selecciones autonómicas, para acallar las voces de quienes suelen tener como excusa a la derrota, que los abstencionistas se quedaron en casa.
Habló, por tanto, Madrid, y también lo hizo de forma muy clara, a pesar de que no dijo lo que muchos deseaban. Y una vez que habló, el resultado está a la vista y hay que asumirlo cómo se debe en una democracia. Arrasó Ayuso y se llevó por delante a Pablo Iglesias y a Edmundo Bal, poniendo a los los partidos de la nueva política nuevamente en la casilla de salida. Alguno quizás ni siquiera ahí.
Los números son inapelables y pocas veces admiten discusión. Mucho menos en este caso, porque los tres partidos de la izquierda suman menos que el PP solo. La victoria es, pues, tan arrolladora, que solo cabe reconocerla y admitir que la sociedad madrileña prefiere el gobierno de Ayuso al gobierno de la izquierda. Y a partir de ahí, los perdedores deberían analizar porqué.
Lo contrario, mantener que los madrileños desean para sí el desmantelamiento de los servicios públicos, la opresión de los ricos sobre los pobres, o sostener que la mayoría de los madrileños desean para sí el fascismo, es despachar con la brocha gorda de la ideología un examen ciudadano que requiere de mucho mayor y profundo análisis.
Si la izquierda continúa por ese camino, estará en la oposición muchos más años, y será además por merecimiento propio.
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