viernes, 6 de septiembre de 2019

El ruido de fondo

András, 06 Septiembre de 2019

Ha llegado septiembre y ya estamos, como siempre, con la pereza de los que vuelven al trabajo, a madrugar, al atasco, al estrés, al jefe, a los subordinados o a los compañeros de trabajo. En agosto porque es agosto y no se mueve nada, y en septiembre porque da pereza volver, pero el caso es quejarse. En realidad un poco de pereza si que da, pero no por volver a trabajar, que se supone que es una bendición, sino por la situación política en la que estamos. 

Sin contar el típico retén de guardia que suelen dejar los partidos para atender a los  medios repitiendo como loros las frases escritas que les han dejado hechas sus jefes, los lideres también han estado de vacaciones, y seguro que han aprovechado este tiempo para medir el grado de hartazgo que manifiesta la ciudadanía. El hartazgo por la reiteración, por la apatía, por la falta de criterio, por la ausencia de interés y por la escandalosa falta de resultados de nuestros dirigentes.

Y después se quejan de que la gente esté cansada de la política y del enorme grado de desafecto. ¿Pero que esperan? Si algo produce desafecto, cansancio, hastío, aburrimiento, es ver que desde el mes de mayo los políticos no han hecho su trabajo. Y ahora estamos en el mes de septiembre y no hay un solo problema de los que tenemos sobre la mesa resuelto. Ninguno. Se siguen desperdiciando el tiempo y las oportunidades. La política se ha reducido a juegos de estrategia partidista y se ha alejado tanto de la ciudadanía que ya no pensamos que puedan resolver los problemas que tenemos. 

A pesar de ellos, el pais mientras tanto sigue funcionando.La gente que tiene trabajo sigue yendo a trabajar, las familias se siguen buscando la vida, las empresas sortean como pueden las señales de enfriamiento económico que vuelve a enseñar la pata, y la vida continúa, ajena, menos mal, a los amores y desamores entre Pedro y Pablo. Ajena a los discursos autojustificantes de Rivera y de Casado, que no quieren abstenerse pero tampoco elecciones.

Para la gente de la calle, septiembre comienza con la cabeza puesta en otras cosas. En el colegio de los niños, en si conseguirá que lo hagan fijo en el trabajo, en si le suben el sueldo, si saldrá bien esa operación pendiente, si es hora de asumir que dejó de funcionar la pareja, si va a sobrevivir al invierno y a la distancia el amor de verano, o si irán a más las pérdidas de memoria y los cambios de humor que se han detectado en los padres durante el verano. Esta es la vida de verdad, la cotidiana y la que preocupa a la ciudadanía. 

Y la vida cotidiana tiene al panorama político como algo secundario porque, entre otras cosas, cada vez interesa menos por los actores que lo componen y por la escasa relevancia que tienen.El panorama político es como la música del centro comercial, como el ruido de fondo que se sabe que está, pero al que nadie presta atención. En eso han convertido los políticos actuales la política. 

Publicado en PontevedraViva.com el día 06 de Septiembre de 2019


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