András, 03 Septiembre de 2019
Hoy se ha puesto en marcha la campaña electoral de las elecciones de noviembre. El candidato del PSOE y, a la vez presidente del gobierno en funciones, ha dado el pistoletazo de salida. A fin de cuentas es él quien tiene la potestad de convocarlas.
En la estación de Chamartin, con una escenografía propia de los grandes eventos americanos, Pedro Sánchez celebró el primer mitin de la precampaña campaña electoral. La excusa eran las medidas de gobernanza con las que pretendía convencer a Podemos de su apoyo para la investidura.
En realidad se trataba solo de un paripé, porque la cosa entre Sánchez e Iglesias está como como cuando uno quiere romper una relación y salir indemne o dejar un trabajo pero sin renunciar a la indemnización, y lo que hace es forzar al otro, a la pareja o al empleador, a que sea él quien dé el paso de la ruptura y cargue entonces con la culpa.
Sabía Sánchez que Iglesias no va a aceptar su propuesta, y eso era justamente lo que quería, que no la aceptase. Todo lo contrario sería una enorme, y desagradable, sorpresa porque Sánchez lo que quiere son elecciones.
Tezanos, que maneja el CIS a su antojo, le ha convencido de que saldrá reforzado y Sánchez se lo ha creído. Pero juega con pólvora, porque cuando las urnas se abran de nuevo, mucha gente, desencantada y aburrida de este tedio al que nos tienen sometidos los partidos de la izquierda, puede quedarse en casa, aumentar la abstención y que las tres derechas salgan beneficiadas. Llegado ese punto, allá Sánchez con su conciencia, y allá los españoles con su futuro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario