András, 21 Junio de 2021
Las compañías eléctricas acaban de incrementar el precio de la electricidad, y el Gobierno, en una medida de maquillaje, sabedores de que todas las miradas se dirigirían hacia ellos, han aprobado unas medidas que la prensa califica de "varapalo" a las empresas suministradoras pero que, en el mejor de los casos, no serán efectivas hasta dentro de dos años.
Sin embargo, el "palo" a los consumidores es inmediato, y ya se ha empezado a notar. Con esta nueva subida se perjudica a todos. Los primeros los consumidores, porque sin consumir más, el recibo sube hasta un 30%. Perjudica a las empresas, a las que encarece mucho la producción. Perjudica al país en general porque se pierde competitividad y se traslada un mensaje de incertidumbre a la inversión extranjera por el cambio de reglas tan frecuente.
Lo cierto, es que ningún gobierno ha resuelto de forma adecuada los problemas en las subidas del recibo de la luz, y podemos presumir de tener uno de los precios más caros de Europa, además de un sistema de tarificación particularmente retorcido, donde resulta imposible entender la factura.
Pero como casi siempre, la cuerda rompe por el lugar más débil, en este caso los consumidores, a los que se culpa de consumir mucho para justificar la subida del precio. Por eso lo que hacen son recomendaciones para reducir el consumo, que no deja de ser importante, pero no podemos cambiar nuestra forma de vida de repente, sobre todo cuando vivimos en un país con unas costumbres tan arraigadas y que cuesta tanto cambiar. ¿No había creado el Gobierno una comisión de racionalización de horarios para mejorar la productividad? ¿Qué piensan en esa comisión de este cambio de costumbres?
Electricidad, agua, telefonía o gas, son ejemplos de servicios básicos de los que deberíamos pagar únicamente el precio justo por el servicio que recibimos. Sin necesidad de llegar a la nacionalización, porque han de ser empresas privadas las que los gestionen, los gobiernos deberían de ejercer algún tipo de revisión vinculante para que los precios se mantuviesen dentro de unos márgenes justos para todos. Para las empresas que prestan el servicio, y para la ciudadanía que los utiliza. Pero no es así, más bien al contrario. Hemos pasado de tener una compañía suministradora por servicio a tener varias, pero las ventajas de la competencia no se repercuten al consumidor.
Entender las facturas, los periodos de facturación, los motivos de las subidas en los precios, la atención de reclamaciones, pagar por servicios no prestados, o facturar sin haber realizado la lectura de los contadores, son prácticas frecuentes que nadie corrige. ¿En qué negocio se le factura a un cliente por lo que se supone que ha consumido?
Siempre hay una explicación para justificar los aumentos en los pecios que pagamos. Ningún gobierno ha explicado un incremento sin decir que cada vez se paga menos, o retorciendo los argumentos para no decir nada. Hay que hacer una política energética en profundidad, pensada para dar servicio a los ciudadanos y no en obtener beneficios de unos cuantos. Todo lo arreglan con subidas al consumidor, no hay una sola medida destinada a la mejora de los precios.
Como en tantos asuntos, la política energética de un país debe ser tratada como un asunto de estado, pero aquí, no hay un solo tema que se considere de estado, todo es política partidista.
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