Pontevedra, 16 Octubre de 2015
De todos los actos que integran el día de la Hispanidad, es la recepción que tiene lugar en el Palacio
Real el que suscita mayor interés porque siempre se pueden ver algunos detalles
interesantes entre los cientos de
invitados que allí se dan cita. Además este año, a las puertas de unas
elecciones generales, la expectación era máxima, porque cualquier gesto,
cualquier palabra o cualquier silencio sería interpretado de mil formas. De
todo lo que pudimos ver y oír, hay dos personas que se hicieron protagonistas
por motivos bien diferentes. Uno por su ausencia y otro por su presencia. La ausencia la protagonizó Pablo Iglesias,
y la presencia Albert Rivera, que destacó por encima de todos.
La ausencia de Iglesias
fue muy comentada y supuso una oportunidad perdida de relacionarse y mezclarse con
personajes de toda condición ideológica que le hubieran servido para adquirir
cierto éxito y para expresar sus ideas de futuro pero también para escuchar las
opiniones de las fuerzas vivas del país. Quizás
Podemos, personalizado en su líder, se ve más derrotado que nunca de cara a las
elecciones, y su ausencia es un gesto elocuente de que cada vez pintan
menos en el panorama político español. Seguro que en su decisión de no acudir valoró
la forma en la que fue invitado, un tanto irregular, pero seguro que de haberse
celebrado el acto en el momento en que las encuestas le eran más favorables no
hubiese titubeado a la hora de tomar la decisión de acudir. Podemos está cautivo de su propia
indefinición, que cada vez es mayor. Su papel parece ser el de sustituir a
Izquierda Unida, cuando el objetivo no era otro que sustituir al PSOE.
Por su presencia en el acto, pero sobre todo por su discreción
y su saber estar, fue Albert Rivera el
gran triunfador de la jornada. Se comporta ya como un hombre de Estado,
sabedor del papel relevante que parece depararle el futuro. Desde luego, presencia física e intelectual no le falta.
De todos los detalles a los que tan sutilmente los
periodistas sacaron punta, destaca una frase demoledora que parece dejar claras
las intenciones de Ciudadanos. Dijo
Albert Rivera que “no hemos hecho todo esto para que Rajoy vuelva a ser presidente”.
Rivera ha sido catapultado al centro de la atención porque se ve como un actor
importante en el desenlace de las generales de diciembre, y tan sabedor como él
de ese papel de actor principal, lo son el resto de personalidades que
acudieron al acto, de ahí su gran poder de atracción. Consideran que pueden entenderse en muchas cosas menos en el
continuismo, por eso Rajoy (que no el PP) no entra en los planes de Ciudadanos.
Si la tendencia en las encuestas se mantiene durante algún tiempo, sin duda el
éxito será mayúsculo y el PP tendrá un problema grave, porque no encuentra la
fórmula para apaciguar el impulso de un partido que ya no es emergente sino
emergido.
Ciudadanos aspira
a gobernar, y si quiere hacerlo hay algo a lo que no puede renunciar, y es el compromiso
que ha adquirido para dar al país una imagen renovadora, con cambios profundos que se
vienen demandando desde hace mucho tiempo. Sus promesas no son nuevas, pero
promete cumplir las promesas. Si no se aparta de ese camino, el futuro de Ciudadanos pasa
inevitablemente por El Gobierno de la nación.
Publicado en PontevedraViva.com el día 16 de Octubre de 2015
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