András, 18 Julio de 2022
El debate sobre el estado de la nación no puede ser
una cosa que se realiza de manera casi escondida y por la puerta de atrás. El debate
sobre el estado de la nación tiene que ser algo que tenga lugar todos los años,
en la misma fecha, no porque el gobierno de turno lo decida, sino porque sea una
obligación por mandato legal. Un deber que tienen nuestros representantes de
debatir sobre aspectos que nos afectan a todos y de dar cuentas ante la
ciudadanía.
Pero como no existe una regulación específica, ni constitucional ni reglamentaria, el debate se desarrolla como cualquier otro debate parlamentario a petición del Gobierno. Por eso debería de aprobarse una ley que regule cuándo, cómo y de qué forma se realice cada año.
Como no es así, queda a elección del gobierno que en cada momento tenga la responsabilidad el convocarlo o no, cayendo en la tentación de convertirlo en un acto político según la conveniencia de cada uno. En el mes de julio, con la gente de vacaciones y con más ganas de descanso que de otra cosa, no es el momento. Salvo que lo que se pretenda sea pasar desapercibido.
Ahora bien, igual de criticable es la interesada elección de la fecha por parte del presidente del Gobierno, como lo son las bancadas vacías cuando los que hablan no son los de uno. Sus señorías desaparezcan de sus escaños cuando creen que la cosa ya no va con ellos, dejando una imagen lamentable del hemiciclo. Se equivocan, la cosa siempre va con ellos, hable quien hable, porque todos son representantes legítimos de la ciudadanía, y ningunearlos es hacerlo con quienes les han votado y les pagan el salario.
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