András, 01 Julio de 2022
Ganó el PP en
Andalucía con una
mayoría absoluta que, a pesar de entrar dentro de lo previsible, no deja de ser
extraordinario. Un resultado que ni el propio partido había soñado en sus
mejores augurios. Arrasó a costa de Ciudadanos, que firmó su defunción, y
del PSOE, que ha encajado la mayor derrota en la región desde que hay
democracia.
En efecto, el de Andalucía no es un resultado cualquiera. La goleada de la derecha ha sido transversal, captando votantes que, sintiéndose de izquierdas, no se ven representados por el partido que lidera Pedro Sánchez, en un fenómeno que debería servirle para reflexionar y sacar conclusiones válidas para el futuro.
Pero no lo hará, porque como todos los buenos perdedores en política, no quieren ver la realidad, prefieren esconder la cabeza y engañarse a sí mismos. Por eso achacan la debacle a la baja participación en lugar de preguntarse porqué, los votantes socialistas, se sienten tan poco atraídos por su proyecto. ¿No es esa, acaso, una responsabilidad del partido?
El PSOE no va a hacer autocrítica, sobre todo, porque el descalabro no es responsabilidad única del candidato andaluz. Hay que apuntar más arriba, y señalar al secretario general del partido, que lleva tres fracasos en las últimas citas autonómicas y está acumulando un serio problema de crédito público.
Es lamentable que todo lo que tengan que ofrecer como análisis de los resultados sea la declaración vengativa de Adriana Lastras, dando la espalda a los hechos, restando importancia a lo ocurrido, presentando a los andaluces como gente que no sabe lo que vota y afirmando que el mérito de Moreno Bonilla se lo debe a Pedro Sánchez porque ha tenido la infinita generosidad de enviar dinero de los fondos europeos a Andalucía.
Si este es el profundo estudio que hacen de la situación, entonces podemos tener la absoluta certeza de que están donde deben estar. En la oposición, para reconstruirse y volver a presentarse cuando estén preparados y hayan recuperado la humildad que perdieron por tantos años de rodillo.
La realidad es que al PSOE ya no le funciona la permanente invocación al fantasma de la ultraderecha, ni la caricatura que hace de la derecha. Ni siquiera la triunfalista exposición que permanentemente hace el presidente de sus propios méritos. Para volver a ser creíbles, hay que hacer algo más que asustar a la gente. Hay que convencer, y para convencer, hay que creer.
El sorpasso del PP al PSOE en Andalucía constituye un acto de higiene democrática, de necesaria alternancia en una región en la que llegaron a creer que el poder era hereditario. Harían bien en ver las cosas cómo realmente son, sin tapujos ni paños calientes, tratando de asumir la realidad que supone que los andaluces hayan preferido al PP o, de lo contrario, van a estar en la oposición tantos años como antes gobernando. Sin duda, una buena cura de humildad.
Publicado en PontevedraViva.com el día 01 de Julio de 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario