András, 24 Febrero de 2021
“M. Rajoy” es la anotación que aparece en la famosa libreta de “ese señor del que usted me habla” y que persigue al expresidente desde hace ocho años. Es como una pesadilla que le persigue para atormentarle. Posiblemente, este haya sido el asunto que más le haya incomodado desde que apareció en su vida.
Ahora regresa todo a la primera plana, de la mano de “ese señor del que usted me habla”, que amenaza con volver a tirar de la manta porque su partido, que es el mismo que el de “M. Rajoy”, no logró que su señora esposa evitara la prisión.
La Audiencia Nacional ha empezado a juzgar todo aquello por lo que el PP perdió el Gobierno. Es decir, la existencia de una caja B y si se pagaron las obras de reforma de la sede nacional con dinero negro. El juicio dirimirá sí, como apuntan los abundantes indicios, existió la caja B, y en ese caso, quiénes estaban al tanto de que el partido funcionaba con dinero negro procedente de empresarios que recibían a cambio trato de favor. En definitivas, quiénes estaban al tanto de la corrupción, y quiénes la encubrían.
Durante todo este tiempo, “ese señor del que usted me habla” ha ejercido dos papeles, diferentes y difíciles de compatibilizar. Por un lado, colaborar con la justicia para salir lo menos dañado posible. Y por otro, tratar que ciertos dirigentes del PP no salieran muy perjudicados de todo este asunto. De que hiciera una cosa o la otra, dependía de en qué punto estaba la negociación que siempre mantuvo con la dirección del PP para intentar aliviar su futuro procesal y el de su esposa Rosalía. Todo ello, a cambio de mantener alejadas de los juzgados las pruebas que pudieran inculpar a ciertos dirigentes.
Porque “M. Rajoy” y su núcleo duro, temerosos de la munición que “ese señor del que usted me habla” pudiera tener, le hicieron creer a éste que podían maniobrar desde el gobierno para librarle del calvario judicial y, en el peor de los casos, para liberar a su esposa del ingreso en prisión.
Fue ”ese señor del que usted me habla”, quien hizo llegar al juez sus famosas anotaciones contables, en lo que ya era un claro aviso a “M. Rajoy”. Pero también fue él, quien negó que aquellas anotaciones fueran suyas, y en la confusión creada ganó tiempo para la negociación con “M. Rajoy”. También declaró que “M. Rajoy” había destruido en su despacho los documentos de la contabilidad paralela en la trituradora. Y también quién declaró que “M. Rajoy” fue quien ordenó que se rompiera con Francisco Correa y sus empresas porque no veía que sus negocios fueran limpios.
Por tanto, este juego perverso de un imputado que utiliza lo que sabe para presionar al presidente del Gobierno, y de un presidente de Gobierno que utiliza el puesto que desempeña para intentar asegurarse el silencio del imputado, (“Luis sé fuerte, hacemos lo que podemos”) mientras altos cargos de Interior montaban la Kitchen con Villarejo como artista invitado, ya se acabó. Y se acabó el día que “M. Rajoy” perdió el poder por la moción de censura, y se acabó de todo para “ese señor del que usted me habla” el día que el Tribunal Supremo ordenó el encarcelamiento de su esposa.
Ahora, “ese señor del que usted me habla” lo ha puesto todo en orden y por escrito, en un texto que ha entregado a la Fiscalía Anticorrupción, y en el que “M. Rajoy” pasa a ser “el perfecto conocedor de lo que había”. Ahora, a “ese señor del que usted me habla” todo lo que le queda es que el tribunal aprecie y premie su actitud colaborativa y su arrepentimiento.
Vienen curvas para el PP de nuevo, no porque resulte novedoso escuchar de nuevo que tenían una caja B y que se financiaban irregularmente, sino porque va a resonar de nuevo y ocupará espacio en los medios de comunicación. Y vienen curvas, porque al juicio por la caja B le seguirá, y coincidirán en el tiempo, la comisión parlamentaria sobre la operación Kitchen.
Pero, sin duda, lo más interesante de todo, será confirmar si “M. Rajoy” es “el perfecto conocedor de lo que había” y, sobre todo, si se refiere a Mariano Rajoy Brey, porque su partido lleva negándolo desde que salió el tema a la luz.
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