András, 10 Febrero de 2021
Los únicos que se juegan algo en las elecciones catalanas del domingo, son los propios catalanes. Eslóganes, frases vacías construidas con palabras huecas, pero la verdad, es que los candidatos dejan bastante que desear. ¿Son estos los representantes de la Cataluña europea? El nivel ha caído tanto como la imagen y el prestigio de la región. Algunos no son más que unos iluminados, otros profesionales de vivir de lo público, incluso los hay muy parecidos al que llevaba los cuernos en el Capitolio de Washington.
Son solo gente que se juegan su interés personal, su puesto en la política, su salario, su cuota de poder en un mundo paralelo al real, y que no ven las elecciones como una oportunidad para aportar ideas que mejoran la vida de la sociedad, sino como la oportunidad para seguir manteniendo su rincón de poder. Ellos se juegan solo eso, intereses individuales.
En cambio, los ciudadanos, si votan o no votan, se están jugando su futuro, su crecimiento económico, la forma en la que saldrán de la pandemia los comercios, el empleo, los servicios públicos, la educación. Todo eso que el independentismo ha dejado de mirar para centrarse únicamente en saltarse las leyes.
Sin embargo, solo se habla de lo primero. Solo se dice que el riesgo es que gane Illa o ganan los otros, cuando lo importante es qué ganan los catalanes si gana uno o el otro. Nadie habla de eso, de propuestas, de modelo de gestión para solucionar los problemas de los catalanes. Solo hay una dicotomía, o ganan los catalanes, o pierden los catalanes. Porque como vuelvan a ganar los secesionistas, la bofetada que se van a llevar se oirá en las antípodas.
Cataluña podría quedad nuevamente deshecha. Ya está irreconocible por culpa de todo lo que ha hecho esta gente, pero va a quedar mucho peor si se pone el poder en manos de quienes no tienen programa porque todo lo reducen a estar o no estar ellos. No hay propuestas de educación, no hay propuestas de economía, no hay propuestas de crecimiento, no hay nada. Solo promesas de una tierra prometida que más bien es un limbo.
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