András, 05 Febrero de 2021
Pensar en los más desfavorecidos, fomentar los servicios públicos, financiar la cobertura social y sanitaria universal, o poner por delante la protección de los más débiles, es un propio de una sociedad avanzada. En medio de la enorme tragedia que estamos viviendo, la solidaridad de quiénes la ejercen de forma altruista, o la organización del reparto de las vacunas para ocuparnos en primer lugar de los más vulnerables debe ser, por tanto, un motivo de orgullo como sociedad.
Sin embargo, la vida nos demuestra constantemente otra realidad. Por ejemplo, la que mercadea con bienes de primera necesidad o con medicinas, poniéndolas en el mercado a disposición del mejor postor, con el único objetivo de obtener el mejor rédito económico.
El caso más reciente lo tenemos con el asunto de la vacuna del COVID, donde razones de mercado, muy hirientes y preocupantes, en los contratos firmados con las farmacéuticas, están poniendo en riesgo el ritmo de vacunación. Y no es la primera vez que ocurre, porque en esta pandemia ya hubo un mercadeo con los respiradores y con las mascarillas.
¿Por qué está fallando la provisión, en cantidad y en tiempo, de las vacunas? Porque asistimos a una subasta. A la subasta de la salud, donde hay algunos países que pagan más que otros y consiguen hacerse con mayor número de dosis y con más rapidez.
¿Por qué no hay una intervención pública para casos de emergencia como el que estamos viviendo? En EE.UU, por ejemplo, disponen respecto de las farmacéuticas privadas, de algunas normativas de intervención para casos extremos y de emergencia. ¿Por qué carecemos en la Unión Europea de algún tipo de legislación parecida para que la salud pública prevalezca, por una vez, sobre la economía?
No es admisible que, con el sufrimiento colectivo que se está produciendo en todos los países europeos, además de en otros, exista una opacidad tan grande respecto de los contratos con las farmacéuticas y que, además, sin una explicación cabal, y que resulte cierta, se estén disminuyendo los suministros de las vacunas y aplazando los envíos de las remesas. ¿Dónde están las vacunas que tenían que venir a Europa? ¿Por qué la Unión Europea no se interesó por otras vacunas? ¿Por qué no diversificó su compra?
Los científicos han hecho un trabajo impresionante, consiguiendo en menos de un año una vacuna contra un nuevo virus. Pero los científicos trabajan para multinacionales insaciables, que solo buscan ganar dinero aunque sea a costa de vidas humanas y cuyo único fin es obtener los mayores beneficios económicos. Estamos, de nuevo, en una intersección entre la geopolítica y los intereses de la ciudadanía, y en esta dicotomía, siempre ha ganado, y siempre ganará, la economía.
Publicado en PontevedraViva.com el día 05 de Febrero de 2021
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