martes, 17 de marzo de 2020

¡El estado de alarma va en serio, señores!

A Rúa Nova, 17 Marzo de 2020

Con el estado de alarma se pretende establecer un marco de acción, imprescindible para enfrentar una de las mayores amenazas contra la salud pública conocidas hasta la fecha, que implique a las diferentes administraciones y a los propios ciudadanos, sobre los que recaerá una gran parte de la responsabilidad, para que se reconozcan directamente interpelados por los objetivos fijados por el Ejecutivo, asumiéndolos como propios.

Nos enfrentamos a días difíciles porque la evolución de la enfermedad va a ser, previsiblemente, y ante lo que ha sucedido en otros países, exponencial y aumentando su propagación. Se incrementará el número de infectados y el de fallecidos y, sobre todo, tendrá consecuencias muy trágicas sobre aquellas personas que se encuentran en situación de mayor riesgo por contar con otras patologías.

Se está apelando directamente a la responsabilidad individual de cada ciudadano. De nada vale adoptar medidas, realizar recomendaciones, si luego cada uno hace lo que le viene en gana, obvia los consejos y cree que esto sirve para tener unos días de vacaciones extra en el año. Debemos entender que el cierre de locales comerciales y de ocio, así como la cancelación de actos públicos de cualquier naturaleza y las restricciones de movilidad individual, son imprescindibles para reducir el número de contagios.

Por eso debemos entender la declaración del estado de alarma no solo como una medida dirigida a la protección de la propia salud, sino también, y sobre todo, como un enérgico llamamiento a la solidaridad entre los ciudadanos. El coronavirus se transmite con mucha facilidad, y la rapidez con que se producen los contagios, provocaría una demanda de atención médica masiva y sostenida en el tiempo que los servicios sanitarios no podrían atender.

Hay que entender que a las asistencias por los infectados por el coronavirus, se suma el hecho de que las necesidades sanitarias ordinarias del país deben seguir siendo atendidas. Y es pensando en estos ciudadanos, cuyas vidas quedan en peligro, así como en los profesionales de la sanidad, por lo que cada uno de nosotros debe medir las consecuencias de sus decisiones mientras dure la alarma.

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