András, 13 Octubre de 2019
Algún día sabíamos que iba a ocurrir, que los presos de ETA condenados por atentados terroristas, empezarían a cumplir sus condenas. Las que les impuso un juez hace mucho tiempo. Además, en todo este tiempo han gozado de pocos “privilegios” porque con ellos siempre se ha sido muy estricto en el cumplimiento de la ley. Algo, por otro lado, bastante obvio.
Durante mucho tiempo el terrorismo ha sido un enorme problema para nuestra sociedad, un asunto sensible y de mucho calado por la injusticia y la sinrazón de los asesinatos cometidos.
Tiempo ha habido para cambiar la ley, el código penal o lo que fuera necesario para que los terroristas tuvieran mayor pena aún. Pero tienen la que pueden tener, la que contemplan las leyes españolas y la que, en el cumplimiento de sus funciones, les han impuesto los jueces que los han juzgado.
Por tanto, sabíamos que antes o después llegaría el momento de su puesta en libertad, de que salieran de la cárcel y tratasen de rehacer su vida en sus ciudades de origen. Igual que sabemos que para las víctimas no hay consuelo posible. Como no lo hay para la madre de los niños asesinados por su pareja, o para los hijos de madres asesinadas a manos de su padre. Esto, también es obvio.
Pero el tiempo pasa y los condenados ya han pagado su deuda (legal) con la sociedad, aunque es cierto que nunca pagarán su deuda moral, porque hay cosas que no se pagan nunca porque, sencillamente, no tienen precio.
Y ahora, la sociedad, aunque dolida, tiene que madurar y aceptar que los condenados tienen derecho a rehacer su vida. Aunque sean terroristas o asesinos. Y harían bien los partidos políticos en no echar más leña al fuego y no encender a las masas cada vez que se habla de este tema, porque tienen una responsabilidad que va más allá de la pura revancha.
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