András, 18 Octubre de 2019
Cien años tardarán los políticos condenados por el procés en purgar su pena. Mientras, para celebrar la condena, surge un nuevo movimiento en Cataluña que se mueve a golpe de palos y que se hace llamar Tsunami Democràtic. Su actividad consiste, básicamente, en crear disturbios y complicarles la vida a los demás.
Las masas instigadas a la movilización por el propio presidente de la Generalitat, de quien se supone debe mantener la serenidad, llamar a la calma y atenuar en lo posible la violencia y las escenas de tensión. Torra debería ser el primero en desinflamar, pero se dedica a todo lo contrario.
El president, no pasará a la historia por su gestión al frente de la Generalitat. Es un dirigente pésimo, y aunque no lo reconozcan en público, seguro que en privado todos los partidos del arco parlamentario catalán, incluido el suyo, coinciden.
Torra es un agitador social, pero también en esta faceta es manifiestamente mejorable, porque no se puede instar al pueblo a la desobediencia y luego retirar los lazos amarillos y las pancartas para que no te acusen de desobediencia. ¿Qué clase de desobediente es entonces? O eres desobediente con todas las consecuencias, o no lo eres. Y si no lo eres, no presumas de ello ni prediques la desobediencia a los demás.
Se dedica a azuzar a la masa, a llamarla a la movilización, cuando más violenta y enérgica mejor. Es otra de las incongruencias de todo este guirigay en el que nos han metido los secesionistas catalanes con el único interés de tapar sus vergüenzas de gestión y sus robos masivos en las cuentas de la Comunidad Autónoma.
Torra, como buen cobarde, llama a la movilización con una mano y con la otra envía a la policía para que los disuelva. Una invitación al palo que los disciplinados y estafados independentistas de a pie aceptan de muy buen grado. Es lo que tiene dejarse manipular y creerse las mentiras de los trileros y vendedores de humo como Torra. Allá ellos. Allá nosotros.
Y mientras, el presidente del gobierno en funciones y los líderes de la oposición aprovechan para hacer electoralismo. El primero para deslizar que no habrá indulto, dando por hecho que va a ser el próximo presidente; y los otros para anunciar una vuelta de tuerca en el código penal, por si para el futuro se les ocurre a los catalanes volver a intentarlo. Es decir, apagan el fuego con gasolina en vez apaciguar, utilizar un lenguaje moderado y tratar de tender puentes una vez producida la sentencia. Aquí cada uno va a lo suyo y nadie a lo de todos.
Vienen días complicados, se acerca un tsunami de violencia y disturbios callejeros, aunque de momento, el único tsunami democrático del que tenemos constancia, ha venido en forma de sentencia y se ha llevado por delante a los políticos del procés que no se han fugado.
Publicado en PontevedraViva.com el día 18 de Octubre de 2019
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