Tapedello, 06 Octubre de 2019
Tarjeta amarilla
La Junta Electoral Central se ha sacado una tarjeta amarilla a la ministra portavoz del gobierno en funciones. No es de extrañar, porque lleva quince meses haciendo electoralismo y mitineando desde la portavocía cuando, cada viernes, se sienta ante los medios para explicar las deliberaciones del Consejo de Ministros. Todos los gobiernos barren para casa, es verdad, pero lo de este gobierno socialista clama al cielo. Se saben en precario, les falta solidez y por eso están siempre en campaña. Recordemos que el propio Sánchez quien pidió el voto para el PSOE desde el palacio de la Moncloa en un acto sin precedentes en la democracia. Nadie se había atrevido a tanto.
Le falla el equipo
Pablo Casado ha querido cambiar de estrategia a la vista del resultado de las últimas elecciones para pasar a adoptar una imagen mucho más moderada. Ha cambiado el look y se ha dejado barba para que no se le identifique con el líder agresivo, radical y hasta maleducado, de antes. La intención es bien clara, cambiar el aspecto para atraer a los votantes más moderados de la derecha porque para radicales ya están Ciudadanos y Vox. El problema que tiene Casado es que él no es un líder moderado. Él es de derechas, y de los duros, sus ideas, por mucho que se disfracen saldrán a la luz en cualquier momento de debilidad. Y además, también tiene un problema con los acompañantes que escogió, porque son del ala dura y les va a costar, como a él, mantener un perfil bajo. Álvarez de Toledo, Ayuso y compañía, le darán más de un disgusto porque pertenecen a la derecha clásica de toda la vida y eso, por mucho que se tape, es difícil de ocultar.
Torra el moderado
El moderado Torra sigue sin ver síntomas de violencia en los siete angelitos miembros de los CDR detenidos por presunto terrorismo. Posiblemente él no los hubiese detenido, los dejaría libres porque no les parecen peligrosos. ¿Qué hubiera dicho si cometieran algún tipo de acto violento? ¿Algo como un ataque con explosivos por ejemplo? Posiblemente hubiese culpado al estado español de ello, diciendo que son actos violentos promovidos por España para desestabilizar al independentismo y trasladar al exterior una imagen que no es real porque el independentismos catalán es totalmente pacifico y democrático. Lamentable Torra. Lamentable. No se puede hacer más el ridículo, porque el problema no es ir en contra de la realidad, el problema es que aunque uno no lo reconozca, todos los demás lo ven.
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