sábado, 12 de octubre de 2019

Enterrado si, pero muerto no

András, 11 Octubre de 2019

Ahora mismo no se habla de otra cosa. La economía está en punto muerto, la política agoniza, la izquierda cada vez más dividida y la derecha más unida, el planeta en riesgo de contaminación irreversible, las familias que no terminan de salir de una crisis y ya están a las puertas de otra, las potencias cada vez más cerradas en sí mismas brindando por el proteccionismo anti globalización, el independentismo radical catalán abriendo sucursal terrorista, etc... 

Pero en España, ahora, lo más importante es saber qué va a pasar con la momia de un dictador que lleva más de cuarenta años enterrado y que, más que muerto, parece más vivo que nunca.

El caso es que de nuevo afrontamos una campaña electoral con la exhumación de Franco como argumento de debate, sobre todo para la izquierda, que lo ha convertido en un asunto de primordial interés. Pero para quien es realmente relevante el asunto, además de su familia, es para sus herederos políticos, que ya en las anteriores elecciones pudieron usar la resurrección del dictador en beneficio propio y que ahora, con este nuevo episodio propiciado por la sentencia del Supremo, vuelven a la carga para hablar de profanación. 

Sacar al dictador del mausoleo en el que fue enterrado para dejar de tener un lugar donde adorarlo es algo que se debería haber hecho hace mucho tiempo y que, además, nos iguala a otros países europeos donde se han vivido episodios similares. Hay quien dice que si de verdad se quisiera compensar a sus víctimas lo que deberían hacer es esparcir sus cenizas en alguna cuneta de cualquier carretera secundaria del país.

Pero también el asunto es relevante para quienes hablan de Estado opresor al conocer las detenciones de presuntos terroristas y hoy se cogen a este clavo ardiendo para dejar caer que Franco aún vive entre nosotros. Se trata, por tanto, de un asunto de primordial actualidad que interesa, en mayor o menor medida, a todos.

En definitiva, y para nuestra desgracia, el franquismo sigue impregnando la vida de españoles y todo el mundo, según su conveniencia, juega con el pasado de forma selectiva. Franco ha sido enterrado hace mucho tiempo, pero no se ha muerto y así, no hay forma de avanzar. Seguimos cargando con su memoria muy presente y eso es una losa que nos impide mirar hacia el futuro.

Publicado en PontevedraViva.com el día 11 de Octubre de 2019


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