Pontevedra, 22 Marzo de 2019
Estamos en tiempo de precampaña electoral y los políticos apuran sus posibilidades de ir en una lista y amarrar un puesto para los próximos cuatro años. En el Congreso, en el Senado o en el Parlamento europeo, no importa el lugar, lo importante es caer del lado ganador.
Los lideres escogen a sus candidatos, y se libra una pelea brutal en las listas provinciales. Hay codazos por ver quien es el número uno, el dos, el tres… Saben que ha subido el precio del escaño, y que a partir de una cierta posición, las posibilidades de quedar fuera aumentan, y ahí surgen los problemas. El peloteo y las caras largas conviven estos días en todos los pedidos.
Se multiplican los problemas internos en cada partido, que tienen que tratar de contentar a los fieles, colocar a los que le vienen impuestos, darles notoriedad a los fichajes y, sobre todo, castigar a los desleales con la actual dirección.
En el PP elige el líder a dedo, en el PSOE igual. Además, en estos partidos aprovechan para pasar el cuchillo a aquellos con los que tienen cuentas pendientes. Ambos lo hacen con el mismo descaro con el que acusan al otro. En Ciudadanos todavía no tienen cuentas pendientes con nadie, pero a golpe de fichajes, tienen a todas las bases de uñas. Es la dictadura que imponen los que exigen democracia.
Sin embargo, que las listas las hagan los lideres de los partidos no debe ser una sorpresa y además, tienen derecho a hacerlo. Un líder debe rodearse de gente de confianza, gente que crea y comparta su proyecto porque, lo contrario, sería contraproducente para la defensa del mismo.
En un sistema electoral como el nuestro vale de poco lo que diga el órgano provincial del partido. Y mucho menos lo que piense el votante, que ni siquiera tiene que conocer a los integrantes de la lista ya que la mayoría vota a unas siglas sin preocuparse de saber a quién le están dando el voto realmente.
Lo que sí es criticable es la calidad de los candidatos. La fidelidad no debe estar reñida con las aptitudes, porque aquellos cuyo único mérito es hacer de palmeros, acompañantes y correveidiles del líder no aportan nada.
En esta situación hay muchos integrantes de otras tantas listas en todos los partidos, pero hay uno que llama poderosamente la atención, y es el caso de Juan José Cortés. Un caso clarísimo de oportunismo para utilizar la desgracia personal en beneficio propio. Pero la culpa no es suya, sino de quienes lo ponen ahí y, finalmente, de quienes le votan. Me da pena decir esto de una persona que ha tenido un sufrimiento como el suyo, pero creo que su único mérito para ocupar un puesto de tanta responsabilidad es la desgracia que ha tenido, y que vive de ello.
Publicado en PontevedraViva.com el día 22 de Marzo de 2019
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