Vilanova, 13 Maro de 2019
Te escribo, me escribes. Te sigo, me sigues. Te controlo y tú a mí. Te escribo y no respondes a pesar de que has leído mis mensajes. Nos conformamos con saber que el otro está conectado, en línea y pensamos que con eso nos comunicamos, que nos relacionamos. Te he visto en línea y no me has escrito. Y yo te vi a ti y tampoco lo has hecho. ¿Qué hacías en línea a esas horas?
Esta es la nueva forma de comunicación de las personas, a través de las redes sociales, con un smartphone en la mano. Con mensajes cortos, vacíos, sin contenido, pero con faltas gramaticales. ¿Qué fue del contacto personal? ¿Qué ha sido de mirarse a los ojos, de olerse, de tocarse, de sentirse? ¿Dónde ha quedado todo eso? Nos relacionamos sin hacerlo. Pensamos que estamos con alguien solo porque nos envía un mensaje que interpretamos a nuestro gusto porque ni siquiera está bien redactado y, casi siempre, se presta a diferentes interpretaciones. Y sabemos que todo ha terminado porque pasan dos días sin recibir una sola comunicación. Son relaciones virtuales, que cada vez nos separan más.
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