András, 23 Abril de 2021
Todo en la vida acaba llegando, lo bueno y lo malo. La
experiencia nos dice que, por mucho que tratemos de esquivar, es muy complicado
escapar de aquello que, antes o después, nos alcanzará de lleno. Como la
mayoría de edad. La nuestra y la de nuestros hijos.
Ellos alcanzan la edad soñada porque esperan que se les abra un nuevo mundo, una nueva vida en la que todo les está permitido. ¿Quién no ha tenido el mismo pensamiento? Pero se acaban dando cuenta de que solo alcanzan una mayoría de edad legal, en la que asumen nuevos derechos y obligaciones, porque todo lo demás, continúa prácticamente igual.
Muchos ya son sobradamente maduros cuando alcanzan la mayoría de edad, sobre todo en estos tiempos. Con toda la información que manejan y también por su curiosidad, su edad mental va muy por delante de la biológica.
Como Sara, que ayer alcanzó sus ansiados 18 años. Su felicidad es también la mía aunque, al mismo tiempo, contrasta con un frío baño de realidad, porque su llegada a la mayoría de edad, supone que yo ya estoy llamando las puertas de la vejez. Pero así es la vida.
Todos los que tenemos hijos sabemos lo que suponen, y todos presumimos de tener a los mejores del mundo. Esto es obvio y respetable. Y para mí, ella no es una excepción, lo que sucede es que, con Sara, hay muchos datos que corroboran mi orgullo.
Sara siempre ha sido muy madura, tiene criterio propio y las ideas muy claras. Es brillante en sus reflexiones, profunda en los análisis, argumenta sus valoraciones de forma impecable y, a su enorme capacidad de trabajo, une una extraordinaria inteligencia.
Sara es una de las principales razones de mi vida, y ahora que ha alcanzado la mayoría de edad, mi consejo es que se centre en disfrutar de cada momento y en hacer todo lo posible para lograr sus objetivos, porque cuando pase el tiempo, se dará cuenta de que lo que más importa en la vida es la felicidad personal.
Ahora el momento es para vivir, y dejar las responsabilidades para su madre y para mí. Ella debe hacer solo su parte, porque nadie le puede exigir a nadie nada que no pueda dar.
Para mí, siempre será única, porque es una parte de mí y la quiero más que a nada, por eso siempre me tendrá para todo, y contará con mi respaldo haga lo que haga. ¡Feliz 18 cumpleaños, Sara!, te deseo una larga y feliz vida. Te quiero.
Publicado en PontevedraViva.com el día 23 de Abril de 2021
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