Pontevedra, 05 Febrero de 2016
Estamos en un momento muy convulso de la
política española. Vivimos sin duda días
que pueden ser históricos por la trascendencia que puede tener el próximo
Gobierno que se alce con el poder. Porque por primera vez en la historia de nuestra democracia
moderna, podría haber un
Gobierno con un presidente que no ha ganado las elecciones. Nos enfrentamos a una situación extraordinaria y posiblemente transitoria, con un Gobierno temporal, que no fuese mucho más allá
de dos años y que tuviese que acometer las
reformas constitucionales que tanto hacen falta.
A pesar de que siempre nos han dicho que para
reformar la Constitución era necesario un consenso enorme y un Gobierno fuerte
que lo liderase, ahora podría darse la circunstancia de que quien tenga que asumir tal responsabilidad fuera un Gobierno de transición. Estamos
además ante un tiempo en el que han entrado en el Parlamento nuevas fuerzas, y lo han hecho con apoyos suficientes como para
atisbar que vienen para quedarse. No parece, por tanto, que
todos estos cambios sean temporales.
Pero además, vivimos en un tiempo que
podría ser doblemente
histórico, porque de no consumarse los acuerdos necesarios para elevar al
poder a un presidente que ha perdido las elecciones, la historia nos tendría
reservada una nueva afrenta,
ya que habría que
repetirlas de nuevo pocos meses después de las primeras, y eso no ha ocurrido
nunca hasta ahora.
Y una vez en ese escenario, los posibles candidatos a encabezar los
carteles electorales de los partidos de siempre, podrían ser otros diferentes, aunque por razones bien distintas según cada caso. Sobre todo en el PSOE, donde a Pedro
Sánchez ya le han obligado los barones a celebrar el congreso del partido en el
mes de mayo, sin duda para garantizar que otros candidatos puedan presentarse a
unas hipotéticas primarias y que le puedan pelear el poder de la secretaría general de cara a la
repetición de las elecciones. Algo mejor lo tiene Rajoy, pero no porque no haya gente en el partido
que ya empiece a verlo como el problema, sino porque en el PP las voces críticas no son tan “libres” como en las filas
socialistas.
Pero esta convulsión en la que se
encuentra la política española, se extiende al caso gallego. Incluso para el
PP, que hasta
hace poco parecía el único que tenía las cosas claras, al menos electoralmente
hablando. ¿Quiénes serán
los candidatos a las próximas elecciones autonómicas? Hace algún tiempo parecía
que solo Feijoo era un candidato seguro, pero a día de hoy tampoco está garantizada su presencia en los carteles del PP
porque parece que mira de reojo a
Madrid, donde la casi segura bofetada
a Rajoy le alzaría a los cielos. Del resto de candidatos mejor no hablar. Ciudadanos y Podemos ni
están ni se le espera. Los primeros no tienen gente válida, y los otros, después del fiasco de la candidatura
conjunta con las Mareas, donde prometieron un grupo único que no pudieron ofrecer, van a tener muchos problemas
para volver a repetir el pacto electoral. El BNG está descabezado y a la deriva. Y el PSOE
tiene a su actual secretario general con cuatro imputaciones sobre su cabeza ¿Y ahora qué?
Publicado en PontevedraViva.com el día 05 de Febrero de 2016
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