András, 05 Julio de 2024
Había estado toda la mañana de un lado para otro. A principios de julio todo se precipita, el curso se acaba y los nervios están a flor de piel. Cuando por fin llegó a casa, lo primero que hizo fue encender el contestador del teléfono. Tras un par de mensajes sin importancia, escuchó una voz conocida que le decía:
“Cuando llegues a casa, te quitas la ropa y te pones algo cómodo, ligero, fresco, de verano. Libera los pies de los zapatos, deja que los dedos se separen y corra el aire entre ellos, eso hará que la temperatura de tu cuerpo baje al menos un par de grados, aumentando la sensación de placer.
Te preparas una bebida fría, lo que te guste, no tiene porqué ser algo con alcohol. Yo, particularmente, prefiero una cerveza, pero escoge tú lo que te apetezca. Aunque solo sea para la ambientación del momento, tener algo refrescante en las manos te ayudará.
Te tiras (literalmente) en el sofá, coges un libro que te guste y lo ojeas. Es suficiente con que dejes pasar las hojas para disfrutar del sonido que emiten al deslizarse entre tus dedos. Es una sensación única, relaja mucho…
Cuando acabes la bebida, cambias la postura y te incorporas un poco para leer unas cuantas páginas. No es necesario empezar el libro por el principio, basta con abrirlo por dónde te parezca, aleatoriamente, y lees lo primero que aparezca. Si estás cansada para leer, puedes observar las ilustraciones, seguro que te engancha, que te gusta lo que ves, que te transporta un rato a otro mundo.
Los libros son para soñar y tú, necesitas fantasear un poco, porque la vida diaria ya te aporta demasiado realismo. Estás tan pegada a la realidad, que la tierra te llega a los tobillos. No tengo que decirte que vueles demasiado, que te eleves sobre lo mundano, que abandones las raíces, porque sé que no lo harías, sin embargo, un poco de imaginación no te vendrá nada mal.
Cuando te canses, cierras el libro y vuelves a cambiar la posición del cuerpo. Esta vez para apoyar ligeramente tu cabeza en el brazo del sofá, ladearla un poco y cerrar los ojos. No pienses en quedarte dormida, basta con que relajes los párpados y continúes soñando. Ahora sin la ayuda del libro, tú sola, con tu imaginación. Es posible que tu cuerpo pida una tregua y se quede dormido, y esa será una buena noticia.
Con un poco de suerte, soñarás conmigo, te acordarás de mi, de los buenos momentos, de los tiempos en los que éramos uno para el otro. Momentos únicos que quedarán para siempre en nuestra memoria y que, pase lo que pase, nadie podrá borrar, porque forman parte de nuestra historia. De la tuya y de la mía, de la nuestra.
Cuando te despiertes, te desperezas, pero no te levantes bruscamente, hazlo con suavidad, con calma.... no hay prisa. Primero abres un ojo y luego el otro. Si notas que tu cuello te da algún aviso por haberte quedado dormida en una postura complicada, no te preocupes, porque esa ligera molestia será el recuerdo del buen momento.
Te incorporas, te levantas y te preparas para salir a la calle. Has completado un día perfecto, por la mañana has cumplido con tus obligaciones universitarias, y por la tarde con las de tu cuerpo y tu mente. ¿Qué más puedes pedir? Nada, no te falta nada. Mañana será otro día y, si me dejas, yo estaré también fuera de tus sueños... Estaré de todos modos, porque tú estás siempre en los míos.”
Publicado en PontevedraViva.com el día 05 de Julio de 2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario