András, 24 julio de 2024
Admiro a la gente que vive sin ataduras, sin compromisos de ningún tipo, que se levantan por las mañanas y solo tienen una cita consigo mismos. Gente que vive la vida de forma plena, que hacen lo que quieren sin tener que dar explicaciones a nadie. Que van de aquí para allá sin más motivo que su propio deseo.
Es verdad que el hombre es un ser social, que necesita rodearse de otros semejantes para vivir, que tiene que relacionarse para adquirir un desarrollo pleno. No iré en contra de la ciencia, por supuesto, pero eso no tiene nada que ver con estar libre de ataduras.
Vivimos en una sociedad en la que nos han impuesto un montón de compromisos que nosotros no hemos pedido. El capitalismo, que empezó siendo una herramienta para igualarnos a todos, se ha convertido en uno de nuestros peores enemigos, obligándonos a adquirir constantemente cosas que no necesitamos para nada, y creándonos necesidades absurdas, a la vez que nos ha provocado ansiedad, estrés y enfermedades de la mente por la decepción de no poder lograr aquello que no necesitamos pero que hemos interiorizado como necesidades.
Algo parecido ocurre con los móviles y las redes sociales. Un avance que, en teoría venía para mejorar la vida de la gente, ha acabado convirtiéndolos en esclavos de una pantalla. Gente atada a un móvil, viendo nada y perdiendo el tiempo. Ese tiempo que regatean para las cosas importantes, lo gastan en ver bulos que, en muchos casos, se acaban creyendo. Cuanto más uso del móvil, menor interés por las cosas importantes. Es curioso, las redes sociales se han cargado las relaciones sociales.
Por eso admiro a la gente libre de todo esto, de ataduras absurdas que empobrecen la mente y les convierten en esclavos de sí mismos en un círculo vicioso que solo puede acabar mal. Gente analógica, qué prefiere el libro de papel, el periódico del quiosco, el café con los amigos y la charla mirándose a los ojos. Gente que va por caminos paralelos donde lo único que les importa es cultivar su mente, adquirir experiencias, vivencias nuevas y, en definitiva, vivir de la forma más completa hasta ese les llegue el último suspiro. El final es el mismo para todos, la clave de la vida y lo que nos diferencia, es el camino que elegimos para llegar a el.
No hay comentarios:
Publicar un comentario