Pontevedra, 04 Junio de 2017
La realidad supera a menudo a la
ficción. Y de qué manera. Hace unas semanas se ha filtrado una información que
lo demuestra. Se trata de un documento que la fiscalía anticorrupción ha
entregado al juez que lleva los oscuros negocios de la familia Pujol. En esLa gallina clueca Ferrusolae
documento, de abril de 1995, Marta Ferrusola escribe de su puño y letra la
siguiente misiva:
“Soy la madre
superiora de la congregación. Desearía que traspasase dos misales de mi
biblioteca a la biblioteca del cura de la parroquia. Él ya le dirá dónde hay
que colocarlos”.
Firma muy agradecida y remite la
carta a un reverendo que en realidad es un interventor de la banca Rech de
Andorra. Los misales eran millones de pesetas, las bibliotecas cuentas
corrientes y el que ya informaría como colocarlos su hijo primogénito.
Quien conociera a Marta Ferrusola
en sus años de presidenta consorte, considerará muy ajustada la definición de
madre superiora de la congelación, que exista además prueba escrita de su
religiosidad y mangoneo, abona la teoría policial de que toda la familia era
una organización crimínales perfectamente engrasada. Al parecer, la familia
Pujol-Ferrusola obtuvo, según la propia UDEF, un beneficio económico no
justificado que superó los 70 millones de euros solo en las cuentas de Andorra.
Es decir, que los misales llegaban a espuertas y se movían con toda diligencia mientras
la madre priora ejercía de gallina clueca.
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