Pontevedra, 15 Enero de 2016
Hubo una primera votación de las bases de la CUP
que solo sirvió para poner en evidencia su propia división interna con un sorprendente empate técnico entre el SI y el NO a
Artur Mas, y que finalmente dejó en manos de los
dirigentes de la formación la decisión. Presumen de asamblea, pero para las cosas importantes están los jefes, porque hay ciertas decisiones que no se pueden dejar en manos de la masa. ¿Alguien se cree el empate a
1.515 votos de la votación? La CUP ha sido la última víctima de este endiablado proceso en que nos han metido, porque
ya está al borde de
la ruptura y el responsable no es otro que el propio Mas, cuyo afán de protagonismo le
ha llevando a hacer cualquier cosa con tal de salir indemne del asunto, algo
que ya es imposible.
Primero rompió la sociedad catalana, a la que
dividió innecesariamente prometiendo lo que no podía cumplir; luego a CIU,
reduciendo a la
mitad el número de escaños en el Parlament, de paso rompió las relaciones con el Estado y se
enemistó con medio país; y ahora ha dejado al
borde de la desaparición a la formación republicana y anticapitalista. Más rompe todo lo que toca.
Su evolución independentista le ha costado cara, pero no
solo a él, sino a todos con los que se ha topado en el camino. Ahora lo que
queda de CiU, Convergència, está de rebajas y le falta muy poco para deshacerse
como un azucarillo en el café. El proceso independentista y los compañeros de
viaje que se ha buscado, le llevarán a la desaparición porque son simple y
sencillamente, alianzas postizas, que están
abocadas a la ruptura.
La CUP es un partido revolucionario que quiere romper con
el sistema. Solo es de un independentismo circunstancial y coyuntural
coincidente con otros intereses que pasaban por allí. ¿Cuál es su auténtico
objetivo? La ruptura, y para ello el independentismo es una buena excusa.
Antonio Baños lo dijo de una manera coloquial hace ya algún tiempo, cuando según
sus propias palabras, afirmó que su
única pretensión era “armar el pollo”.
El otro socio que va a llevar a CDC a la desaparición es
Esquerra. Ente ambos hay una diferencia sustancial. Mientras el primero es un
partido de la burguesía catalana y conservador; Esquerra es un partido de
izquierda radical. La diferencia básica entre ambos radica en los grupos
sociales que los conforman y sustentan. Por tanto, ¿qué les une? Nada, pero ahora Esquerra intenta ocupar el lugar de
CDC al que ha utilizado en su propio beneficio.
Pero finalmente, la CUP vendió su alma al diablo y en una
operación rocambolesca, le regaló dos diputados a Junts pel Sí para asegurar la
investidura de un presidente cuyo único objetivo en lo que le dure la
legislatura es romper amarras con el Estado español. Los catalanes continúan
pues con su proceso independentista, y ello significa que se convertirá de
nuevo en uno de los principales problemas a afrontar desde el Gobierno central.
Para ello, el PP pide un gobierno fuerte
que frene los deseos soberanistas catalanes.
¿Cómo se afronta
mejor un problema de estas dimensiones? ¿Con un Gobierno multicolor receptivo a las diferentes
sensibilidades, con vocación, e incluso necesidad, de pacto, o con un Gobierno
ciego, cerrado al cambio y que no escuche a los que piensan diferente? ¿Un
gobierno fuerte qué es? ¿No tuvo el PP un gobierno fuerte durante los últimos
años? ¿No disfrutó de una mayoría absoluta que no aprovechó? Más bien todo lo
contrario, ignoró el problema y provocó que el número de independentistas
aumentase considerablemente. ¿Cabe
mayor dislate?
Publicado en PontevedraViva.com el día 15 de Enero de 2016
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