Pontevedra, 04 Septiembre de 2015
Mientras miles de seres humanos huyen de sus países con
destino a una tierra de esperanza en la que poder sobrevivir, Europa mira para
otro lado. La
miopía de la que hacen gala los dirigentes europeos ante este problema es de
tal calibre que más bien parece ceguera, porque dejan solos a los que huyen y deja
solos a los países de la Unión fronterizos con Asia y África. De ahí llegan cada día miles de personas que
escapan de la pobreza y de las guerras. Personas que, como nosotros, tenían
un proyecto de vida pero que se han visto obligados a abandonarlo por culpa de
dictaduras y de regímenes totalitarios que les reprimen. Huyen del horror, son
perseguidos y no saben de qué son culpables. Hoy en día, la mayoría de la gente que llega a Europa de forma ilegal lo
hace porque escapa de guerras, de bombardeos, de persecución política,
religiosa, del estado islámico; y llegan aquí en barco, en patera, en
autobús, en camionetas, en camiones frigoríficos donde meten a sus hijos en
maletas. ¿Y que hace Europa? Construye
vallas, cierra fronteras, coloca concertinas, envía más y más policías….
Pero ellos van a seguir llegando porque tienen una convicción más fuerte que la
de Europa por cerrarles el paso, y es la de vivir.
La Unión Europea no es capaz de afrontar el tema de
frente y darle una solución conjunta, y ello nos aboca a un nuevo fracaso de una Europa
insolidaria que solo mira los números y la economía. Hemos oído muchas veces a
los políticos hablar sobre la necesidad de invertir en los países de origen
para que la gente no tenga que irse de sus casas jugándose la vida por el
camino. Sin embargo, como esto ya
empieza a parecer una quimera, nos conformamos con que se adopte una política
común para toda la gente que llega, porque dentro de Europa ya no hay
fronteras. Las fronteras de Europa son las de sus países periféricos.
Además ya no estamos ante un problema únicamente de inmigración sino de
refugiados. No puede ser que ante un
tema tan grave que nada tiene que ver con la política sino con las vidas de
seres humanos, dependiendo en que país estemos, las condiciones para
convertir a un peticionario en exiliado sean completamente diferentes. Hay que
tener un marco legislativo común. No
puede ser que cada país tenga que arreglárselas como pueda.
Pero todo ello no es más que
el resultado de la Europa encerrada en sí misma en la que vivimos. Los postulados de la fundación han quedado
atrás, como los grandes personajes políticos que la hicieron posible. Ahora
no tenemos ni liderazgo ni ideas ni nada. Solo intereses económicos. Quienes
mandan en Europa están ensimismados con la bolsa, el déficit, los recortes ¿Qué esperábamos de una organización que
piensa en los intereses partidistas antes que en sus ciudadanos? ¿No fue eso lo
que hizo en Grecia? Pues si no le importan sus propios ciudadanos, mucho
menos le van a importar los sirios, los argelinos, los afganos, los iraquíes…. La crisis de liderazgo europeo es de tal
calibre que no hay dirigentes de altura, ni siquiera dos o tres que sumen uno.
No contamos con políticos capaces de pensar más allá de las próximas elecciones
y necesitamos políticos que piensen en las próximas generaciones.
Publicado en PontevedraViva.com el día 04 de Septiembre de 2015
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