Arteixo, 07 Agosto de 2019
La política da para mucho. Para lo mejor y para lo peor. Supongo que formar parte de un gobierno que toma medidas para mejorar la vida de las personas debe ser muy gratificante, y será de esas cosas que forman parte de lo mejor. No importa que sea a nivel local, autonómico o estatal. Pero también da para lo peor, y ahí entra el capítulo de la corrupción, la manipulación, los favores a amigos, las contrataciones masivas a gente afín al partido y también, como no, las ocurrencias.
Las ocurrencias forman parte de la vida política y deberían estar más castigadas porque, en el fondo, banalizan las cosas importantes. No se puede jugar con las cosas que forman parte de la vida de las personas y que, en sí mismas, suponen, o pueden suponer, una mejora en la vida. Como investir un presidente y formar un gobierno tras unas elecciones generales.
Ocurrencia es la del secretario general del PP cuando dice que se abstenga el PSOE para que gobiernen ellos. Si los socialistas no pueden hacerlo con 123 diputados, ¿va a poder el PP con 66? Y ocurrencia es también, cuando dice que Pedro Sánchez es el mayor problema de la democracia española. Son ocurrencias absurdas que solo se permiten en la política, porque en cualquier sitio serio, supondrían la inmediata dimisión de quien las pronuncia.
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