Pontevedra, 03 Noviembre de 2017
Puigdemont ha iniciado un viaje que podría no
tener retorno. Engañó a miles de catalanes, prometiéndoles la
independencia que nunca llegaría y ha sido víctima de su propia incapacidad en manos
de un grupo de anticapitalistas sectarios y de independentistas desnortados que,
como él, se han creído sus propias mentiras inventando una República virtual.
Puigdemont
no solo ha sido desleal con el Estado español, sino también con Cataluña, sembrando
desilusión, división, impotencia y mucha
frustración.
Sin más
estrategia que la huida hacia delante, sirvió a la causa secesionista haciendo
todo lo que le pidieron hasta que la cosa le podía afectar a su libertad e
incluso al bolsillo. Ahí ya se lo pensó dos veces, y estuvo a punto de dar
marcha atrás, pero el monstruo que él
mismo había alimentado le enseñó las garras y ya no pudo frenar.
Así llegó
el 155, y con él un alivio para la mayoría de los catalanes.
En Cataluña
la vida sigue con normalidad, nadie se ha ido, nadie ha abandonado su trabajo o
su familia. Ni siquiera los senadores y diputados independentistas en Madrid se
han ido, al contrario, siguen aferrados a sus escaños y cobrando el sueldo a
pesar de no reconocer al Estado español.
En medio
de este panorama, Puigdemont se ha fugado. Se fue a Bruselas, y desde allí sigue
amenazando y haciéndonos pasar a todos un ridiculizado espantoso. Pide
garantías para regresar y ponerse en las manos de la justicia. ¿Qué garantías
quiere? ¿No será que le protejan de los
que dejó tirados en Cataluña?
Puigdemont
es un fracasado político, desahuciado a todos los efectos que vive sus últimos
momentos que preceden al desinterés de la audiencia. Presentarse en Bruselas
como un perseguido político es, sobre todo, un insulto a los perseguidos
políticos de verdad, y es una afrenta a la institución del asilo político. Es
banalizar el exilio que sufrieron los verdaderos republicanos. A Puigdemont solo le queda un viaje, y no
es otro que el que lo llevará de Girona a chirona, previo paso por la Audiencia
Nacional, por supuesto.
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