Pontevedra, 08 Noviembre de 2015
El molt honorable
Pujol es ahora el despreciable Pujol. Aquel hombre de Estado, aquel político de
talla y con reconocida ascendencia sobre sus seguidores y adversarios que le supuso
un formidable respeto entre todo el espectro político del país. Aquel hombre
que jugó un papel trascendental en la transición y en la democracia. Aquel que
fue clave en los pactos de gobernabilidad para que presidentes de derechas y de
izquierdas pudiesen formar gobierno en la nación, con su correspondiente tajada
económica, ya que cada pacto de gobernabilidad le costaba al resto de los
españoles buenas sumas de dinero que iban a parar a las arcas catalanas.
Aquel Pujol es ahora un anciano que ha perdido influencia
y poder, y del que hemos descubierto que podría haber esquilmado del erario
público la nada desdeñable cantidad de 1,8 millones de euros. A pesar de ello,
todavía hay personajes como Laporta que justifican su actuación por la presión
fiscal a la que España somete a Cataluña. Este es el discurso que nos ha
llevado adonde estamos ahora. Pujol es la cabeza de una organización familiar y
política dedicada al robo aprovechándose de la situación de poder que ha
disfrutado durante décadas. ¿Se llevó Pujol dinero de los miles de millones con
que el Estado pagó los favores políticos de su partido para facilitar la
gobernabilidad?
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