András, 14 Marzo de 2022
¿No es extraño que desde que se ha montado la mesa de partidos en Cataluña, hemos dejado de tener noticias sobre el asunto? Los políticos, como las series, van por temporadas, y ahora interesa vender una cosa y después otra. Temporadas, modas o, simplemente, intereses partidistas para que los consumidores muerdan su anzuelo ideológico.
Cada tema es seleccionado cuidadosamente y se escoge el momento en que interesa sacarlo a la opinión pública. Por eso ETA va y viene, la corrupción entra y sale del debate cuando les conviene y, por supuesto, el asunto catalán también volverá cuando vean que ha llegado el momento de obtener alguna rentabilidad.
Equivocado o acertado, el Gobierno tiene un criterio, y se ha posicionado en un planteamiento consistente en contentar al nacionalismo. También por interés propio, por supuesto, pero han tomado la decisión de dormir el asunto hasta que haya elecciones, y será en ese momento cuando sepamos si la estrategia ha acertada o, por el contrario, un fracaso.
¿Pero cuál es la propuesta de la oposición al respecto? ¿Qué solución propone para desenquistar el asunto? ¿No es grave que, el partido de derechas que está llamado a gobernar en España, no sepa qué posición ideología tiene a estas alturas? ¿Y cuál es la posición del último mesías pepero, la de su antecesor en la moción de censura, o la que le hace ir de la mano con la ultraderecha en Castilla León?
El PP tiene que posicionarse y pasar página. Tiene que avanzar y moverse de la postura de Rajoy, cuya estrategia en Cataluña consistió, básicamente, en dos cosas. La primera, fiel a su criterio, obviar el problema y ponerse de perfil. Y la segunda, el enfrentamiento, recogiendo firmas en contra de un nuevo Estatuto que, no lo olvidemos, podía haber sido la solución. Ya nadie duda que aquella postura provocó un grave enconamiento con la sociedad catalana y, en buena medida, nos ha traído a la situación en la que nos encontramos actualmente.
Ciertamente, con Casado no estábamos mejor porque, su estrategia consistía en una recentralización, castigando a Cataluña para que se someta a la centralidad de la capital. Toda su política se basaba en aplicar mano dura, arrinconarlos, perseguir sus costumbres, su idioma, reforzar la represión penal, etc...
La derecha debe comprender que España es diversa, y que no podemos convertir a todos los españoles en madrileños. Y debe asumir que ni el sentido común ni la ley les permite pasar una apisonadora ideológica por encima de siete millones de habitantes.
Como tampoco se puede pasar el rodillo independentista en Cataluña a los catalanes que no piensan como ellos, porque el desprecio que ejercen sobre la mitad de la sociedad catalana que no es independentista es, a todas luces, despreciable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario